“Siempre es bueno dudar de las convicciones propias, porque permite escuchar opiniones distintas y mejorar. El asumir la responsabilidad más grande que se pueda tener en la actividad política, como es aspirar a la Primera Magistratura, requiere de mucha convicción, pero también de un grado de temor y vulnerabilidad. A mí no me convencen los liderazgos infalibles o que nunca se equivocan. Este es un desafío que si no genera un poco de escozor, se debería perder humanidad”.
La reflexión la hace Gabriel Boric a 10 días de que se cumpla el plazo para inscribir su candidatura presidencial, y a algunas horas de haber reconocido que quizás no logre juntar las cerca de 25 mil firmas que necesita para participar en las primarias del 18 de julio próximo. Pero lo que no duda el diputado de Convergencia Social es en afirmar una y otra vez que está haciendo todo para dar vuelta el panorama.
“No me estoy poniendo en la perspectiva de ir a una primera vuelta”, asegura Boric, y aun sin querer entrar en el terreno de las hipótesis, no descarta competir por un cupo senatorial.
Su candidatura a la Presidencia surge una vez que Beatriz Sánchez declina una nueva aventura presidencial. ¿Por qué cree que, más allá de la pandemia, su figura no ha concitado respaldo?
No creo que haya un más allá de la pandemia, no podemos obviarla. Y eso incide en un proceso de recolección de firmas. Somos un partido joven y estamos legalizados en cinco regiones, por lo tanto, solo en esas regiones nos sirven las firmas y nos suman. La mayoría de esas regiones han estado en cuarentena. Por otro lado, el Servel nos habilitó la posibilidad de inscribirnos vía clave única recién hace 10 días. Y, además, hay claramente un momento político…un clima antipartidos en que se pone a todos quienes estamos en política en un mismo saco. Pedirle a la gente que adhiera no solo a una candidatura, sino que a un partido, se vuelve un acto de compromiso mucho mayor que no todos están dispuestos a asumir.
Para poder inscribirse tendría que tener más de 1.500 firmas diarias…
Efectivamente es difícil, afortunadamente los últimos días hemos ido en una curva ascendente, pero en nuestra breve trayectoria política nos hemos enfrentado a varias situaciones difíciles y por la dificultad no nos vamos a quedar de brazos cruzados. La voy a pelear hasta el final, porque es posible inscribirnos a la primaria. Y quiero ser bien claro: Convergencia Social no tiene otro candidato bajo la manga.
Pero si no llega con las firmas, lo que es una posibilidad, ¿qué va a hacer su partido y qué va a hacer usted?
Evidentemente, si no llegamos los partidos del Frente Amplio van a tener que decidir qué hacer, no se van a quedar de brazos cruzados. Se tendrá que decidir si otra orgánica puede levantar otra candidatura, pero no estamos en ese escenario.
La otra posibilidad es apoyar a Marcelo Díaz… ¿O existe margen de que proclamen a Daniel Jadue?
La principal posibilidad para quienes me apoyan es que yo sea candidato y a eso me voy a dedicar. Sabemos que es difícil, pero es posible. Si yo me pusiera en esos otros escenarios sería muy desmotivante.
Uno podría pensar que quizás le conviene no juntar las firmas. Así no pierde frente a Jadue y puede ir a la senatorial.
No estoy pensando en eso. Tengo el deber de poner todas mis energía acá.
Pero esa era una alternativa que ya evaluaba antes. ¿Sigue abierta esa puerta?
Depende de demasiadas cosas. Primero, no es una decisión personal, tampoco quiero depender toda mi vida de estar en un cargo público, tengo un montón de otras posibilidades, de desafíos.
Si llega a una primaria con Daniel Jadue, ¿por qué es mejor opción que él?
Lo que hemos dicho de manera muy clara es que no vamos a propiciar una exclusión del PC, como han insinuado o dicho explícitamente otras candidatura de oposición, quizás por el miedo a perder. A Daniel Jadue lo considero un compañero de ruta en este momento, tenemos muchas coincidencias programáticas. Pero me parece que lo que tenemos que preguntarnos es quién va a ser más convocante a la hora de derrotar a la continuidad del gobierno de Piñera. Espero demostrar en las primarias, y eso lo definirá la gente, que puedo convocar a muchos mundos a ser parte de ese proceso de transformación. Y no sólo a los que están convencidos.
En el FA han planteado como una alternativa a la primaria ir directo a primera vuelta. Eso le daría hasta agosto para reunir las firmas. ¿Está disponible?
Mi objetivo es la primaria y vamos a juntar las firmas para la primaria. Ustedes mismas se van a sorprender cuando lleguemos con las cajas de firmas del Servel y logremos eso que hoy día muchos están dando por imposible. No me estoy poniendo en la perspectiva de llegar a una primera vuelta. He insistido mucho en que tiene que haber primarias. Y también tiene que haber una definición entre Marcelo Díaz y yo.
Usted insiste mucho en la idea de una primaria amplia. Pero varios sectores ya dan por desahuciada esa posibilidad. ¿Qué rol debieran jugar que eso ocurra? ¿No teme quedar superado electoralmente por el PC?
Si uno fuera una alianza pensando en que te quieres comer a tu aliado, la verdad es que yo a esa fiesta no voy.
Más allá de la intención, se lo pongo en términos electorales.
La primaria que más me gustaría sería una con movimientos sociales, con el PC, con el FA y con el PS. Una primaria de esas características se ve difícil, no soy ingenuo, pero creo que en el PS hay muchas voces que desde sus bases también reclaman un vuelco a la esencia y a recuperar esa capacidad crítica y libertaria que tuvieron durante tanto tiempo. Dicho esto, con el PC somos distintos, la gente que vota por el Frente Amplio piensa desde un marco teórico distinto que el del PC. Sin embargo, hoy día en lo programático tenemos muchas coincidencias.
¿Marcelo Díaz es un buen representante del FA? El diputado era del PS, fue vocero de Bachelet, participó de la ex Nueva Mayoría…
Me alegro mucho cuando personas como Lorena Fries, como Ernesto Águila, como Marcelo Díaz o Jorge Arrate salen del espacio de comodidad que pueden haber tenido y deciden atreverse por una alternativa nueva como es el Frente Amplio. Por lo tanto, más que tener resquemores o increparlos, o pedirles que se disculpen, creo que esa experiencia, con sus aciertos y errores, es valiosa también para nosotros. En el Frente Amplio tenemos que entender que la historia no parte con nosotros y que nadie está exento en política de cometer errores. Si nosotros no las sabemos todas. Esa arrogancia imberbe hay que dejarla de lado y tener más disposición a aprender no solo de quienes lo han hecho bien, también de quienes se han equivocado.
¿Con esa arrogancia se refiere a la que hasta ahora ha mostrado cierta dirigencia del FA?
Si hay algo de lo que yo sería autocrítico es en haber insistido demasiado en atributos que no duran para siempre, como son la juventud y la novedad, que no son virtudes en sí mismas. En el Frente Amplio es importante que nos sintamos parte de una historia mucho más larga que nuestra experiencia vital, porque si no quienes dieron un montón de peleas antes no se van a sentir convocados.
Pese al estallido y la crisis social que devino de la pandemia, el FA no ha logrado capitalizar el momento que vive el país. Y su candidatura no ha concitado el apoyo que requiere para inscribirse. ¿Cuál es su análisis?
El estallido social supone un movimiento telúrico para todas las fuerzas políticas y para toda la institucionalidad republicana de Chile. Y lo que queda es la pregunta de cómo se reinventa toda la estructura social, porque tenemos que seguir conviviendo. Dicho esto, en particular sobre el Frente Amplio, vemos que muchas de las ideas que se levantaron durante el estallido eran bastante coincidentes con las que habíamos planteado en el programa de Beatriz Sánchez el 2017. Sin embargo, es un hecho que no fuimos nosotros quienes capitalizamos ese descontento.
¿Y a qué lo atribuye?
Diría que hay varias dimensiones. Por un lado, el pasar de los movimientos sociales a ser no solamente ya dos diputados impugnadores, sino que hacerse cargo, como una bancada, de administrar y proponer una vía institucional para la transformación en un sistema muy descompuesto, evidentemente, nos trajo costos también. Por otro lado, como Frente Amplio tuvimos durante mucho tiempo un nivel de inmadurez que yo diría que estamos superando.
Ha dicho que no se arrepiente de haber firmado el acuerdo del 15N, ¿ le pesa ahora en este proceso de recolección de firmas? En la última CEP fue una de las figuras con mayor rechazo…
Es evidente que por la decisión que tomé pagué costos, pero estoy convencido de que ese 15 de noviembre había que tomar decisiones difíciles. Eso generó una distancia con algunos actores de la sociedad movilizada que ha sido difícil de recomponer, pero estoy dispuesto a hacer los esfuerzos con quienes quieran dialogar. Ese día vimos la oportunidad de arrebatarle a la derecha una Constitución que impusieron por las armas y que después defendieron con trampas constitucionales.
El Frente Amplio ha enfrentado un proceso de crisis y fragmentación desde ese hito.
Como todas las fuerzas políticas. Hoy tenemos una fuerza política que es más cohesionada y que tiene en su marco de alianzas una porosidad territorial mucho mayor a la que tuvimos en 2017. Tuvimos un crecimiento inverso a lo tradicional y eso también pudo haber sido problemático. Teníamos más diputados que concejales. Y cualquier proyecto político que busque proyectarse a largo plazo no puede hacerlo solamente en figuras mediáticas que se desvanecen tarde o temprano, sino que en un trabajo permanente en los territorios. El Frente Amplio, después de un ascenso muy rápido, está teniendo ese ajuste y espero que se demuestre en estas elecciones.
¿Diría que lo que pasó con Unidas Podemos y Pablo Iglesias es eso, la creación de figuras políticas muy mediáticas y con poca conexión con el territorio?
Tanto Pablo como yo, y esto lo hemos conversado, somos conscientes de que ningún liderazgo que se vuelve imprescindible es un buen liderazgo. Y, por lo tanto, los proyectos políticos no pueden depender de una o dos figuras. Y, pese a los problemas que hemos tenido, veo con esperanza que hay un montón de liderazgos nuevos que surgen en el Frente Amplio también. Y eso es positivo. Los proyectos políticos que trascienden y que logran mantenerse en el tiempo se enfrentan a tropezones. No dramatizaría los procesos de cambios al interior de las coaliciones. Hay muchos que tienen ganas de ponerle una suerte de fecha de muerte al Frente Amplio, pero hoy en los territorios estamos más vivos que nunca.
¿Cuánto afecta al proyecto político del FA Pamela Jiles?
En primer lugar, la discusión tiene que ser programática y espero que en el marco de una candidatura presidencial las ideas tengan un espacio más relevante que el que ha tenido hasta hoy. Con la diputada Jiles vamos a discutir, por ejemplo, por qué nosotros no estamos a favor de retroceder hacia la pena de muerte, o por qué creemos que no hay que devolverles la plata a las AFP, sino que hay que crear un sistema de pensiones que sea público y solidario. Me parece que cuando se dé ese debate, la consistencia de los proyectos va a expresarse y espero que se refleje también en las preferencias. Si la diputada Jiles compite en primera vuelta también le quita votos a la derecha.
¿Lo que permea de su discurso es esta cuestión de la antipolítica?
No solo la antipolítica. Queremos poder convocar a mucha gente que hoy día se puede sentir representada por su liderazgo también, porque la pregunta es cuál es el horizonte que se ofrece. Si el horizonte es solamente bullying, burla, retiro… eso da para un rato, pero es insuficiente para construir un país en el largo plazo.
FUENTE LA TERCERA