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Tuvo que dejar el fútbol y fue vendedor ambulante: La sacrificada historia del puntero argentino que la rompe en Palestino

Jonathan Benítez pinta goles y asistencias con una zurda fina. El puntero argentino pareciera que les dice a sus compañeros que le echen a correr la pelota, que él va a llegar, tan puntual como un reloj suizo. En Palestino hoy vive uno de los mejores momentos de su carrera.

“Luis Jiménez y Carlos Villanueva son jugadores que tienen mucha experiencia. Saben el momento en que uno está picando o saben encontrar el espacio fácilmente. Eso a uno como puntero le facilita muchas las cosas, porque sabe que solo tiene que hacer los movimientos y los pases van a llegar claros“, le cuenta a Emol.

En los últimos seis partidos, anotó seis y dejó en bandeja otros tres. Con él como uno de los puntales, el elenco árabe ya se alejó del descenso y se ilusiona con entrar a una copa internacional.
Benítez, admirador de Garrincha, creció con la pelota bajo la suela. Llegó muy chico a Buenos Aires junto a su familia y se ganó un lugar en las inferiores de Quilmes. Sin embargo, tuvo que dejarlo y volver a su natal Corrientes. La vida lo remeció y lo obligó a madurar de golpe.
“Sí, estuve retirado un tiempo. Desde los 13 a los 17 años, por problemas familiares. Mi padre estaba preso y quedó sola mi madre con mis hermanos. Como era el más grande, tenía que salir a trabajar para aportar a mi familia. Mi familia tiene negocios que venden juguetes. En ese tiempo vendíamos CDs de música por la calle, como vendedor ambulante. Un tiempo trabajé con ellos, un tiempo en una hamburguesería igual”, relata.

Pensó que la carrera había terminado. Pero estuvo en el lugar y en el momento precisos para aprovechar su oportunidad. Pasó una prueba en Boca Unidos y en poco tiempo estaba jugando contra River Plate en el Nacional B.

Buscando rodaje, lo enviaron a préstamo a Racing de Córdoba de la tercera división. Con la perspectiva que da el tiempo, agradece ese paso. Lo sacó de la zona de confort. Canchas rústicas en las que había que ganarse el respeto en cada jugada y en que la vocación es puesta a prueba constantemente.

“Cuando me tocó partir a Racing de Córdoba, fue un año bastante duro. Es muy raro que algún club de esa categoría esté al día con los sueldos. En ese tiempo, estaba solo, no tenía familia ni hijos. Lo podía sobrellevar. Era bastante difícil, estuvimos cinco meses sin cobrar. Para un jugador que está lejos de su familia, lejos de su casa, eso influye un montón“, afirma.

Volvió a Boca Unidos y lo llamaron de Chile. Firmó por Magallanes en 2014. De ahí ha jugado Copa Libertadores con Cobresal, Universidad de Concepción y Palestino. También estuvo en Coquimbo Unido. Reconoce que no se imaginaba enfrentar a Corinthians o Vasco Da Gama.

“Acá se intenta jugar más, el fútbol es más dinámico, es diferente. El argentino es muy intenso, el Nacional B es muy aguerrido, mucho choque, se juega menos que en el fútbol chileno“, explica.

A veces, cuando convierte, Benítez se levanta la camiseta y deja ver el tatuaje de Corrientes que tiene en el torso. Extraña salir a pescar con sus amigos. Volverá, pero mientras vive cómodo en Chile. Quiere empezar los trámites para nacionalizarse y no descarta jugar por la selección si es que lo llaman.

Benítez hace una pausa y mira hacia atrás, los momentos duros desfilan como fotogramas de una película en su cabeza: “Esas cosas te hacen más fuerte, te hacen valorar. Puedo decir que costó, pero valió la pena”.

Fuente: Emol.com

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