Verter agua hirviendo por el lavaplatos es un gesto habitual en muchas cocinas, especialmente al vaciar ollas con restos de cocción. Un gesto que parece inofensivo, pero ¿estamos haciendo bien?
Aunque el agua forma parte natural de la vida útil de cualquier instalación doméstica, la temperatura extrema puede suponer un factor de desgaste que no siempre se tiene en cuenta. La clave está en conocer los límites de los materiales con los que están hechas las conducciones y cómo responden al calor.
¿Qué tipo de tuberías hay en tu casa?
En la mayoría de viviendas en Chile, los sistemas de evacuación de aguas residuales se realizan con tuberías de PVC. Según explican desde la empresa española Leroy Merlin, este material es el más utilizado por su facilidad de instalación y su capacidad para adaptarse a diferentes grosores mediante piezas de unión. Se comercializa en tramos rígidos y semirrígidos, lo que permite flexibilidad en el montaje y un buen rendimiento en desagües domésticos.
Estas tuberías no están diseñadas para soportar presión, sino para conducir el agua por gravedad. Son económicas, ligeras y muy comunes en lavaplatos, lavamanos y baños, lo que hace que prácticamente todos nos encontremos con ellas en casa.
Resistencia del PVC al agua
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando esas tuberías reciben agua muy caliente? El PVC es un material termoplástico: mantiene sus propiedades en un rango de temperaturas moderadas, pero empieza a perder rigidez cuando se superan los límites recomendados.
Los fabricantes señalan que el PVC estándar (PVC-U) soporta de forma segura hasta 60 °C. A partir de ahí se vuelve más flexible, pierde resistencia y puede deformarse con el tiempo. Para aplicaciones industriales existen variantes como el PVC-C, que toleran hasta 90 °C, pero no son las habituales en viviendas.
El problema surge porque el agua hirviendo alcanza los 100 °C, muy por encima de lo que una tubería de PVC doméstica puede aguantar sin riesgo de deterioro.
Qué pasa si tiramos agua hirviendo por el lavaplatos
Echar agua hirviendo de forma puntual -como cuando escurrimos pasta o arroz- no suele provocar un fallo inmediato en las tuberías. Sin embargo, hacerlo de forma repetida o en grandes cantidades sí puede acortar su vida útil, favoreciendo deformaciones, pequeñas fugas o incluso roturas a medio plazo.
Además, si las tuberías ya están envejecidas o instaladas en zonas frías, el choque térmico puede aumentar el riesgo de que aparezcan grietas.
En definitiva: no es un gesto peligroso por sí mismo, pero conviene no convertirlo en costumbre.
Consejos prácticos para evitar problemas
- Deja correr agua fría al mismo tiempo que viertes agua caliente, así reduces el impacto térmico sobre la tubería.
- Evita volcar de golpe grandes volúmenes de agua hirviendo, mejor hacerlo poco a poco.
- Usa ollas coladoras o espera a que se temple el agua antes de verterla.
- Si en casa es habitual manipular grandes cantidades de agua caliente, plantéate el uso de materiales alternativos como CPVC, cobre o PEX, más resistentes a altas temperaturas.
FUENTE: BIOBIO CHILE