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Shibari: La Estética del Control que Fascina a América Latina

Lo que alguna vez fue una técnica de inmovilización en el Japón feudal hoy se ha transformado en una de las prácticas más fotografiadas, debatidas y reinterpretadas del universo erótico contemporáneo: el shibari. A medio camino entre arte visual, performance corporal y vínculo íntimo, esta forma de atadura con cuerdas ha ganado fuerza en estudios, talleres y dormitorios de ciudades como Buenos Aires, Ciudad de México y, cada vez más, Santiago de Chile.

En Latinoamérica, el shibari ya no se percibe como una excentricidad underground. Su difusión en redes sociales —desde cuentas de fotografía artística hasta sesiones de influencers que exploran nuevas formas de conexión emocional— lo ha vuelto tendencia en espacios que antes solo hablaban de sexo en sus formas más convencionales. Pero más allá de la cuerda en sí, lo que seduce es lo que representa: entrega, estética, comunicación sin palabras.

No se Trata de Sometimiento, Sino de Lenguaje

A diferencia de otros fetiches, el shibari exige tiempo, atención y consentimiento explícito. Nada de “nudos rápidos”: los movimientos son pausados, cada lazo tiene una intención y lo más importante no es la inmovilización, sino lo que ocurre mientras se anuda. Para muchas personas, practicarlo es una forma de meditar en pareja, de explorar los límites del cuerpo sin necesidad de hablar demasiado.

En ciudades como Santiago, ya existen talleres guiados por artistas visuales, performers y terapeutas sexuales que entienden el shibari como un puente entre placer y confianza. Incluso algunas escorts vip lo han incorporado en sus sesiones, no como servicio explícito, sino como recurso sensorial para quienes buscan una experiencia más estética y corporal, menos mecánica.

El Auge Visual del Placer Atado

La explosión visual del shibari tiene mucho que ver con su potencial artístico. Las cuerdas se cruzan sobre el cuerpo como si fueran trazos de un dibujo. La piel se enmarca. El silencio se vuelve parte del acto. Esa estética delicada, muchas veces fotografiada con luz tenue o en blanco y negro, ha capturado la atención de fotógrafos, modelos y performers en toda la región. Plataformas como https://cl.skokka.com, abiertamente orientadas a la exploración sexual, también reflejan este interés: algunos perfiles que integran lo conceptual y lo sensorial en sus propuestas reciben cada vez más atención, demostrando que lo erótico puede ir más allá de lo explícito.

En una región históricamente atravesada por tabúes sexuales, el hecho de que el shibari haya cruzado la frontera del nicho habla de un cambio mayor. Ya no se trata solo de erotismo, sino de repensar el cuerpo, el deseo y las formas de entrega bajo nuevas reglas, más estéticas, más conscientes y —sobre todo— más personales.

Cuerdas, Consentimiento y Salud Sexual

Según la doctora Meg-John Barker, psicóloga y autora de Rewriting the Rules y cofundadora de proyectos sobre sexualidad alternativa como BDSM Studies, “las prácticas como el shibari pueden ofrecer espacios seguros para explorar vulnerabilidad, poder y conexión, siempre que estén enmarcadas en el consentimiento informado y la comunicación clara”. Es una práctica muy popular entre las escorts anunciadas en Skokka Colombia y utilizada para dar placer. Lejos de reproducir dinámicas de sometimiento, el valor está en el contrato emocional que se crea entre quien ata y quien es atado. En ese contrato, cada nudo es una pausa, una señal de confianza, una conversación sin palabras. Y eso, en tiempos de automatismo y ruido, tiene un peso que va más allá de lo erótico.

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