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Semana Mundial por el Parto Respetado: cada nacimiento importa

Retratos Concepción

Esta semana conmemoramos la Semana Mundial por el Parto Respetado, una instancia que nos invita a reflexionar y actuar sobre la manera en que nacemos en Chile y en el mundo. Se trata de una oportunidad para visibilizar la importancia de un modelo de atención que garantice el respeto de los derechos de las mujeres, de los recién nacidos y de sus familias, en una de las etapas más críticas de la vida humana: el nacimiento.

Como profesional de la salud, considero fundamental recordar que el parto respetado no es una moda ni una práctica aislada: es un derecho humano básico. En el contexto chileno, donde la natalidad ha disminuido significativamente en los últimos años —registrando en 2024 una de las tasas más bajas de nuestra historia, con 8,7 nacimientos por cada 1.000 habitantes, equivalente a 135 mil nacimientos—, es necesario insistir en que no importa cuántos partos ocurran: cada uno de ellos debe ser vivido con dignidad, cuidado y respeto.

El parto respetado implica reconocer a la mujer como protagonista del proceso, promover la fisiología del nacimiento, evitar intervenciones innecesarias, favorecer el vínculo temprano y garantizar una atención centrada tanto en la seguridad como en el bienestar emocional. También supone escuchar, informar y acompañar, reconociendo las decisiones de cada mujer y su forma particular de vivir este momento único.

A pesar de los avances en normativas y protocolos, muchas mujeres siguen enfrentando situaciones que vulneran sus derechos durante el parto. La falta de información, la medicalización innecesaria, la ausencia de acompañamiento o incluso la violencia obstétrica, son realidades que debemos seguir combatiendo con fuerza y compromiso.

En el marco de esta semana, me sumo a quienes creemos que nacer en condiciones respetadas es un acto transformador, no solo para la madre y su hijo o hija, sino también para la sociedad en su conjunto. Nacimientos respetados y acompañados son el inicio de cuidados amorosos que cimentan la formación de la infancia. No basta con reducir la mortalidad materna e infantil: necesitamos avanzar hacia un modelo que valore el proceso fisiológico del nacimiento, respete los tiempos del cuerpo y garantice una experiencia positiva y segura.

Desde mi experiencia y convicción, hago un llamado a profesionales de la salud, instituciones, autoridades y a la ciudadanía en general a promover espacios de educación, diálogo y acción concreta. Solo así podremos asegurar que, en Chile, cada nacimiento cuente, y cada persona llegue al mundo en condiciones de respeto, humanidad y cuidado.

Ximena Egas Biava

Académica Obstetricia

Universidad Andrés Bello

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