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Se escapó de Cuba y trabajó como guardia de seguridad: La historia de Yasmani Acosta, el chileno que rozó la medalla en Tokio 2021

Yasmani Acosta tuvo una destacada actuación en los Juegos Olímpicos de Tokio. En la lucha grecorromana perdió el duelo por la medalla de bronce solo por la regla que prioriza a quien puntúa último.
La meta era una presea. No quedó conforme. Esa ambición competitiva fue la que lo hizo radicarse en Chile.

Vino a Santiago en 2015 con el equipo de lucha cubano. El objetivo era asegurar un cupo para los Panamericanos de Toronto. Pero en su interior había un secreto. No estaba la idea de regresar a la isla. Nunca iba a tener la posibilidad de competir a nivel internacional. El que representaba al país siempre era Mijaín López, uno de los mejores de la historia, ganador de cuatro oros olímpicos incluido el de Tokio. También era su gran amigo y compañero de entrenamiento.

Ese 2015, Acosta conquistó el bronce en Santiago y consiguió el cupo para Cuba. Ya sabía que a Toronto iba a ir López. La noche antes de volver a su país, el luchador grecorromano chileno, Andrés Ayub, llegó a buscarlo hasta la puerta del hotel donde se hospedaba. Todos los compañeros de equipo de Yasmani lo miraron desde el lobby mientras se iba.

“Cuando llegué a Chile un grupo de amigos me recibieron con los brazos abiertos y me dieron un trabajo como guardia de seguridad. Yo tenía que pagar el arriendo, la movilización, el Metro y ese trabajo me ayudó mucho. Yo trabajaba en el rol de seguridad, controlaba los accesos a eventos y fiestas, los accesos a los sectores VIP sobre todo. Trabajé en Casa Piedra, Hotel W, Parque Araucano”, dijo en una entrevista al sitio La Arenga del Abuelo.

Las primeras noches las pasó en un motel. No tenía papeles y estuvo dos años sin poder entrenar. El presidente del Comité Olímpico de Chile por ese entonces, Neven Ilic, tuvo que interceder para que Cuba lo “liberara”.

Su primer gran torneo fue el Mundial de Francia y obtuvo una medalla de bronce. En los Panamericanos de Lima 2019 remató tercero. Su verdugo fue precisamente Mijaín López.
Acosta no se fue de su país por motivos políticos. Tiene claro que la formación que recibió en Cuba le da una enorme ventaja respecto a sus pares chilenos.

“En Cuba hay una estructura donde la persona se desarrolla. Existen las EID, que son escuelas donde hay capacidad de 500 personas, para niños desde los 9 a los 16 años. Ahí viven, tienen comida, entrenadores y todo. Hay un EID en cada una de las 15 provincias del país. Los que están en el EID, cuando tengan 20 años, a un chileno le ganan con un dedo. Porque lleva mucho más tiempo compitiendo… Yo ahora soy chileno y no me gusta que la gente piense así. Cuando estaba en Cuba yo decía ‘ojalá me toque con un chileno, le gano con un dedo’”, le contó a Emol en 2018.

Por haber escapado, no puede volver a Cuba. Debe cumplir un castigo de ocho años. En su mente ya tiene los Panamericanos de Santiago 2023 y los Olímpicos de Paris en 2024. Quiere más. A su increíble historia le faltan capítulos.

Fuente: Emol.com

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