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Reinventar la gestión del agua en tiempos de cambio climático

La creciente frecuencia de eventos climáticos extremos nos obliga a reconsiderar la forma en que gestionamos el recurso más preciado de Chile: el agua. La infraestructura tradicional, como los embalses, ha demostrado ser una solución tangible, pero también plantea desafíos ambientales que no podemos ignorar. En paralelo, modelos basados en infraestructura verde, que reivindican la conservación y restauración de humedales y ecosistemas naturales, ofrecen una vía más sostenible y resiliente frente al cambio climático. Sin embargo, la valoración financiera de estas alternativas sigue siendo un hándicap importante que limita su incorporación a las políticas públicas.

La clave está en entender que la integración de ambas estrategias, en un enfoque integral, puede optimizar recursos y mitigar impactos, tanto a corto como a largo plazo. La verdadera transformación requiere que las políticas hídricas reflejen esta complementariedad, adaptándose a las condiciones variables de cada cuenca y a las particularidades de su ecosistema.

En este contexto, recientes datos de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), en su Reporte Anual de la Evolución del Clima en Chile 2024, confirman la urgencia de estos cambios. El año pasado fue el cuarto más cálido desde 1961, con una temperatura media nacional de 13,3 °C, lo que representa un aumento de 0,9 °C respecto al promedio del período 1961-1990 y 0,45 °C sobre el promedio 1991-2020. Además, se registraron eventos extremos en aumento, como en Copiapó, donde hubo 90 días consecutivos con temperaturas sobre los 30 °C, y en el sur, con heladas y fríos sin precedentes. En Curicó, se alcanzó un récord de precipitación con 150,2 mm en un solo día. Estos datos evidencian claramente cómo el cambio climático está afectando nuestra región, y cómo la gestión del agua debe adaptarse urgentemente a estas nuevas realidades.

Surgen entonces interrogantes cruciales: ¿Estamos realmente evaluando cuánto aportan estas “nuevas fuentes” a la sostenibilidad de las cuencas, o simplemente las consideramos como meros incrementos en la oferta que, en el fondo, buscan cubrir la demanda creciente? ¿No estamos perdiendo de vista que el aumento en la disponibilidad de agua debe ir acompañado de una gestión responsable y sustentable? 

En este contexto, acciones como la desalación, la infiltración artificial de acuíferos y la reutilización del agua en actividades agrícolas e industriales representan oportunidades estratégicas para diversificar y fortalecer nuestra gestión hídrica. Son instrumentos imprescindibles para garantizar que el uso del agua sea verdaderamente sustentable y que podamos heredar a las próximas generaciones un recurso en permanente equilibrio con nuestro entorno.

Por ello, reinventar la gestión del agua en Chile no es solo un desafío técnico, sino una responsabilidad social y ambiental que debemos afrontar con decisión y visión de futuro.

Pablo T. Silva Jordán

Consultor en proyectos de recursos hídricos

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