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¿Qué pasa con la basura postelectoral? Repensar las campañas con conciencia ambiental 

Terminadas las elecciones, las ciudades chilenas amanecen con un paisaje familiar: calles cubiertas de carteles, palomas derribadas y toneladas de plásticos, madera y tela que hasta hace unos días eran promesas políticas. ¿Quién se hace responsable de todo ese material? ¿Y qué puede hacer el diseño para reducir su impacto ambiental?

Según el abogado y académico de Derecho de la Universidad Andrés Bello, César Vargas, la ley es clara: “La instalación y retiro de las palomas o propaganda electoral recae sobre el candidato que se encuentra haciendo la respectiva campaña. La normativa responsabiliza derechamente al candidato de su manejo y retiro”.

El marco legal está establecido en la Ley 18.700 sobre Votaciones Populares y Escrutinios, que en su artículo 32 fija plazos estrictos: “La propaganda electoral podrá efectuarse desde el trigésimo y hasta el tercer día anterior al de las elecciones, ambos días inclusive”. Para los actuales comicios, esto significa que toda propaganda deberá retirarse a más tardar el 13 de noviembre a las 23:59 horas.

Quienes deseen denunciar campañas fuera de plazo pueden hacerlo con su clave única a través del sitio web sancionatorios.servel.cl y dar aviso por el no retiro de las llamadas “palomas”. 

Pero más allá de los plazos legales, el problema ambiental persiste. Miles de metros cuadrados de PVC, madera y metal quedan sin destino definido, generando un impacto ambiental que pocas veces se discute en el debate político.

El director de la carrera de Diseño Gráfico del Campus Creativo UNAB, Daniel Berczeller, explica:
“En términos referenciales, una paloma publicitaria es materialmente un listón de madera de pino, clavos, corchetes industriales y una tela PVC impresa. El PVC, al ser un tipo de plástico, tarda mucho tiempo en biodegradarse, de ahí la importancia de implementar procesos adecuados de reutilización o reciclaje”.

Reutilizar para diseñar distinto

Berczeller plantea que, si el diseño circular guiara las campañas políticas, los residuos podrían transformarse en nuevos productos. “Por ejemplo, las telas de PVC pueden convertirse en bolsos o accesorios; las maderas, en mobiliario; y los metales, volver a fundirse. Buenos ejemplos son Aceros AZA, que utiliza materiales reciclados en sus productos y Unibag, con su programa de recuperación post-consumo”, señala.

El académico destaca además que las campañas internacionales están migrando hacia modelos más sostenibles. “Cada vez más, las comunicaciones electorales se trasladan al entorno digital —sitios web, redes sociales, contenido audiovisual— lo que reduce considerablemente la cantidad de material impreso” 

En países como Alemania o España, algunos partidos políticos han experimentado con carteles fabricados en cartón biodegradable o lonas reutilizables, e incluso sistemas modulares donde solo se reemplaza una parte del afiche, evitando desechar todo el soporte.

 Ejemplos internacionales

Desde el diseño, el cambio también es estratégico y comunicacional. La tendencia actual es equilibrar la inversión entre lo digital y lo presencial, con estrategias que reducen el uso de papel, pintura y materiales desechables. “Las campañas que apuestan por lo digital no solo disminuyen la huella material, también promueven una relación más directa con los votantes, especialmente en entornos urbanos y jóvenes”, comenta Berczeller.

Campañas como la de Los Verdes en Alemania o la de Alexandria Ocasio-Cortez en Estados Unidos marcaron un precedente al evitar los clichés visuales tradicionales y optar por una identidad más sobria, modular y pensada para la difusión en redes sociales, con bajo impacto ambiental.

Responsabilidad y conciencia pública

La basura postelectoral no es solo un problema estético, sino también legal y ético. Como explica César Vargas, el retiro de la propaganda “es responsabilidad directa del candidato”, lo que implica una deuda pendiente con la ciudadanía y el medioambiente.

Berczeller coincide y añade: “Cada elección deja toneladas de desechos, pero también una oportunidad para innovar. Repensar las campañas desde el diseño circular no es solo un gesto ecológico, es una forma de hacer política con coherencia”.

A pesar de la normativa vigente y de la adhesión de Chile a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas —en particular los objetivos 11, 12 y 13, que abordan las ciudades sostenibles, el consumo responsable y la acción por el clima—, el principal desafío sigue siendo la falta de trazabilidad y de un diseño verdaderamente consciente a la hora de proyectar un futuro más sostenible para el país.

FUENTE: COMUNICACIONES, UNIVERSIDAD ANDRÉS BELLO

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