Cada año, miles de personas en Chile sobreviven a un infarto o un accidente cerebrovascular. Sin embargo, sin un manejo adecuado, el riesgo de que enfrenten un nuevo evento es alto. La prevención secundaria – prevenir un nuevo evento – es una herramienta fundamental para proteger la salud cardiovascular de quienes ya han sido diagnosticados con enfermedades del corazón.
Julio 2025.- Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en Chile. Según cifras del Ministerio de Salud, alrededor del 28% de las muertes en el país —unas 30.000 cada año— se deben a estas patologías. En este contexto, el desafío no solo está en evitar el primer evento (prevención primaria), sino en prevenir que vuelva a ocurrir. Es aquí donde la prevención secundaria cardíaca juega un rol crucial.
La prevención secundaria se enfoca en personas que ya han experimentado un evento cardiovascular, como un infarto o un ictus, y busca reducir la probabilidad de recurrencia, mejorar el pronóstico a largo plazo y aumentar la calidad de vida. Esta estrategia incluye cambios sostenidos en el estilo de vida, tratamiento farmacológico, rehabilitación cardíaca y apoyo psicológico.
“La prevención secundaria se enfoca en aquellas personas que ya han tenido un evento cardiovascular, con el objetivo de evitar que vuelvan a repetirlo, mejorar su calidad de vida y reducir el riesgo de muerte a largo plazo. No basta con tratar solamante el infarto o el ictus: debemos intervenir activamente para evitar que vuelva a ocurrir”, explica el Dr. Jorge Jalil, presidente de la SOCHICAR.
Entre las principales medidas que contempla la prevención secundaria cardíaca se encuentran:
● Cambios en el estilo de vida: alimentación saludable, actividad física regular, abandono del tabaco, control de la presión arterial y del colesterol.
● Tratamiento farmacológico: uso de medicamentos indicados para evitar nuevos eventos, como anticoagulantes, estatinas, antihipertensivos y otros.
● Rehabilitación cardíaca: programas supervisados que ayudan a los pacientes a recuperar su funcionalidad y bienestar físico.
● Educación y apoyo psicológico: herramientas fundamentales para la adherencia a los tratamientos y el mantenimiento de hábitos saludables.
“Los beneficios de la prevención secundaria son concretos y fuertemente respaldados por la evidencia: se logra una disminución significativa del riesgo de nuevos eventos cardiovasculares, una mejora en la calidad de vida de los pacientes y una reducción en la mortalidad por estas causas. Implementarla de manera sistemática puede marcar una diferencia sustancial en el pronóstico a largo plazo de quienes ya han sufrido un infarto o un accidente cerebrovascular”, advierte el presidente de la SOCHICAR.
De cara al Mes del Corazón, que se conmemora cada agosto, la prevención secundaria no debe verse como un complemento, sino como una parte esencial del tratamiento a largo plazo de quienes viven con enfermedades cardiovasculares.