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(Opinión) 25 Años de Historia: La Urgencia del Acceso Universal al Patrimonio

Miguel García Corrales
Arquitecto del Paisaje y académico, U.Central


Acabamos de marcar un hito importante: 25 años de esfuerzos continuos por preservar y democratizar nuestro patrimonio cultural y natural. Sin embargo, la reflexión sobre este cuarto de siglo no puede ser completa sin abordar un tema crucial: la necesidad imperiosa del acceso universal al patrimonio.

En 1999, cuando el mundo ingresaba a un nuevo milenio, las expectativas sobre el papel del patrimonio en la sociedad eran altas. Se vislumbraba una era en la que la tecnología y la globalización facilitarían el acceso a nuestra rica herencia cultural y natural. Hoy, a la luz de estos 25 años, debemos evaluar cuánto hemos avanzado y qué desafíos persisten.

El patrimonio cultural y natural no es simplemente una acumulación de objetos antiguos y paisajes excepcionales. Es el testimonio vivo de nuestras historias, luchas, victorias y, sobre todo, de nuestra diversidad. En un mundo donde las identidades culturales enfrentan constantes desafíos y amenazas, el acceso al patrimonio se convierte en un bastión esencial para la preservación de la identidad y la promoción del entendimiento intercultural.

En las últimas dos décadas y media, hemos visto avances significativos. Sin embargo, a pesar de estos logros, las barreras económicas, geográficas y sobre todo físicas siguen siendo significativas. Las comunidades rurales y las personas en situación de discapacidad aún encuentran enormes obstáculos para disfrutar de nuestro patrimonio compartido. La falta de recursos educativos en zonas menos privilegiadas también impide que muchos jóvenes puedan conectar con su herencia cultural.

Garantizar el acceso universal al patrimonio no es solo una cuestión de justicia social, sino también de desarrollo sostenible. El turismo cultural, bien gestionado, puede ser una fuente significativa de ingresos y empleo para las comunidades locales. Además, la educación patrimonial fomenta el pensamiento crítico y el respeto por la diversidad, valores esenciales en un mundo cada vez más interconectado.

Para abordar estos desafíos, necesitamos políticas inclusivas y sostenibles. Los gobiernos y las instituciones culturales deben trabajar juntos para subvencionar el acceso a museos y sitios históricos, garantizar que estos sean físicamente accesibles para todos y llevar el patrimonio a las comunidades rurales a través de programas educativos y culturales itinerantes. La digitalización, aunque poderosa, no puede ser la única solución; debe complementarse con esfuerzos tangibles sobre el terreno.

En conclusión, los últimos 25 años han sido testigos de grandes avances en la democratización del patrimonio cultural y natural. Sin embargo, la labor está lejos de completarse. En este aniversario, renovemos nuestro compromiso con el acceso universal al patrimonio, reconociendo que en nuestra historia y diversidad yace la fuerza para construir un futuro más inclusivo, educado y culturalmente rico. El patrimonio es de todos, y solo garantizando su acceso universal podremos verdaderamente celebrarlo y preservarlo para las generaciones futuras.

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