Hace poco más de un mes, Copiapó dio un paso adelante al inaugurar el servicio de buses eléctricos, un avance diseñado para mejorar la calidad de vida y reducir la huella ambiental. Sin embargo, el entusiasmo se ha topado con una realidad frustrante.
Según han reportado los conductores de estos modernos vehículos, la presencia de automóviles estacionados en los paraderos se ha vuelto una constante. Esta mala práctica no es solo una molestia; es un obstáculo serio que afecta la puntualidad, ya que obliga a los buses a detenerse lejos de los paraderos.
Sumado a eso, se compromete la accesibilidad, dificultando o imposibilitando, el abordaje de personas con movilidad reducida y, en general, de todos los usuarios.
Ante este escenario, los conductores han sido enfáticos al solicitar que los paraderos estén despejados para operar sin contratiempos.
En ese sentido, indican que se requiere una mayor fiscalización en las zonas de paraderos para garantizar el uso óptimo y seguro de este nuevo servicio de transporte público.
Malestar que también se traslada a conductores particulares, quienes denuncian las malas conductas en Copiapó, algo que se agudiza al comparar su experiencia con lo observado en otras regiones.
