En décadas pasadas, usar minifaldas, croptops, y en general prendas llamativas o reveladoras, era algo reservado para los adolescentes o como mucho para los de veintipocos. Pero actualmente esta norma social implícita no se ajusta a los llamados millennials (nacidos entre 1980 y 1996). Perfectamente, puedes ver a una mujer de 35 años o más usando un short de mezclilla, jeans con tachas o una polera estampada con ositos.
Al respecto, la escritora bestseller y podcaster, Christina Najjar, más conocida con Tinx, escribió una columna en la revista Elle titulada “¿Por qué los millennials no dejan de vestirse como quieren?”, donde reflexiona sobre este tema.
“Como millennial orgullosa y amante de los crop tops, he notado que muchas de nosotras, niñas de los 90, seguimos llevando con confianza lo que nos da la gana —jeans de tiro bajo, minivestidos-. Es como si, colectivamente, hubiéramos ignorado ese supuesto momento en el que había que ‘vestirse como adultos’ y hubiéramos seguido usando la moda como forma de expresión personal”, indicó.
¿Nos pusimos guapos muy tarde?
Para Tinx la edad no debería dictar lo que podemos o no podemos usar. “Esa mentalidad no solo resulta limitante, sino profundamente anticuada”, puntualizó.
Pero, ¿hay algo más profundo tras esta fascinación de los millennials por la ropa juvenil? Tinx tiene algunas hipótesis. Ella cree que los treintañeros y cuarentones de hoy no se visten como “personas mayores” porque a diferencia de la generación Z (adolescentes y veinteañeros) no tuvieron acceso a tratamientos o productos de belleza a temprana a edad y recién ahora se sienten bien con su apariencia.
“Nos freímos el pelo con planchas del tamaño de una plancha industrial porque nadie nos habló del protector térmico. En la escuela, en realidad parecíamos adolescentes. La mayoría de nosotras empezamos a usar crema de ojos hace apenas unos años. Comparadas con las preadolescentes de hoy que van a Sephora, parecíamos de otra especie. A veces me sorprendo mirando dos veces a alguna, asombrada de lo increíblemente guapas y maduras que se ven algunas chicas de las generaciones más jóvenes. Esa no fue nuestra realidad”, afirmó.
En este sentido, Tinx dice que Tiktok normalizó el bótox y los retoques estéticos en los jóvenes, por lo que alcanzaron rápidamente una apariencia “ideal”, saltándose la fase incómoda de lucir “extraño” en la adolescencia.
En cambio, muchas personas de 30 o 40 recién ahora comenzaron a sentirse “guapos” y seguros con cómo lucen.
“A los 34, puedo decir con total seguridad que estoy más buena que nunca. Empecé a hacer pesas hace apenas dos años… ¿y se supone que ahora no debo ponerme shorts diminutos para lucir el trasero? ¡Por favor!”, dice Tinx.
Los millennials parecen estar en negación
La otra hipótesis de Tinx se relaciona con que los millennials se aferran a la moda “juvenil” por negación. “Como generación, hemos pasado por mucho. Desde el 11-S y la recesión hasta la crisis inmobiliaria, guerras interminables y el Covid: los millennials hemos enfrentado una catástrofe global nueva cada pocos años, muchas de ellas justo en momentos clave de formación personal. Es difícil no preguntarse si todo ese trauma no puso en pausa, aunque fuera temporalmente, el proceso de madurar que se suponía que debíamos vivir”, planteó.
La escritora teoriza que la pandemia “nos robó varios años esenciales de juventud adulta”, y probablemente por ello, muchos de nosotros sentimos que merecemos unos cuantos años más de “adolescencia”.
Entonces, ¿puede ser que los millennials le tienen miedo de crecer? Tinx opina que sí, pero -en su opinión- se justifica. “Más allá del bombardeo constante de crisis globales que sin duda han frenado nuestro desarrollo emocional, muchas de las representaciones de la adultez con las que crecimos la pintaban como algo duro, monótono y—sobre todo para las mujeres— desproporcionadamente horrible”.
Tinx dice que todas las películas que vimos en nuestra adolescencia mostraban la adultez como algo deprimente, donde debes conformarte con tu miserable vida. “¿Por qué íbamos a lanzarnos de cabeza hacia una versión de la vida que parece más seria y difícil?”, plantea.
“Si la ropa refleja quiénes somos y quiénes queremos ser, nuestras elecciones de estilo tienen todo el sentido. No nos estamos aferrando a una era pasada: estamos buscando ligereza, autonomía y una sensación de control. Estamos rechazando las prendas que sugieren que la fiesta se terminó, porque, sinceramente, no es así”, manifestó.
Por todo esto, dice que no debería sorprendernos que, como generación, tengamos preferencia por un estilo más informal y juvenil.
Una visión desde la psicología
Luis Pino, Director de la carrera de Psicología en la Universidad de Las Américas, compartió con BioBioChile su visión al respecto. Él opina que en nuestra cultura se le da un valor sustantivo a la juventud, y a devaluar a grupos etarios como la tercera edad, lo que evidentemente puede repercutir en nuestras elecciones de vestuario.
“Prolongar la juventud en la vestimenta, puede estar relacionado con sentirse aún joven en otros aspectos de la vida”, indica, añadiendo que algunas personas pueden vestirse con prendas consideradas “adolescentes” y comenzar a tener actitudes, lenguaje y conductas asociadas a ese grupo etario.
En este sentido, una persona puede, paulatinamente, “sentirse con más propiedad, menos vergüenza de realizar cosas que realizan los jóvenes”, y “comenzar a cambiar su lenguaje y a asistir dónde están los jóvenes, o a participar en los medios por los cuales se comunican los jóvenes”.
Pino expresa que aunque alguien no se identifique con el estereotipo de ser joven, el hecho de vestirse y pertenecer o adherirse a ciertos grupos o estilos puede influir en sus pensamientos y en cómo se percibe a sí mismo. “Estos pensamientos pueden indicar que esta persona aún no ha vivido lo suficiente su juventud o que no ha experimentado ciertas vivencias”, comenta.
Como ejemplo, menciona que una persona puede querer disfrutar de experiencias que impliquen mayor libertad o juventud, sin asumir todavía responsabilidades como mantener un empleo estable, criar hijos o comprometerse financieramente.
De hecho, el profesional afirma que la percepción de la juventud y sus valores “sigue siendo un elemento central en la construcción de identidad, incluso en etapas en las que tradicionalmente se esperarían otros comportamientos asociados a la adultez”.
Con respecto a los estereotipos sociales sobre cómo debes vestirte después de cierta edad, el profesional manifiesta que aún pesan, incluso cuando decides tener un estilo “joven”.
Pino señala que en algunos casos las personas pueden dudar sobre cómo vestirse en función de los cuestionamientos a su alrededor. “Esto puede afectar su autoestima si las críticas o expectativas sociales son negativas o insistentes”, manifestó.
Sin embargo, explica que si una persona ha mantenido durante mucho tiempo conductas, pensamientos, creencias y actividades propias de una etapa más joven, es menos probable que este estereotipo le afecte profundamente. “Por ejemplo, si ha incorporado en su vida actividades como deportes, viajes, fiestas o una visión del trabajo que reflejan una actitud juvenil, los comentarios externos difícilmente impactarán su bienestar emocional, ya que su identidad y autoimagen están más consolidadas en esas conductas”, expresó.
“Te ves más joven”
Se habla mucho sobre que los millennials lucen más jóvenes que sus antepasados o incluso que la generación Z, pues como señalaba Tinx, muchos veinteañeros están sometiéndose a tratamientos que los hacen ver mayores de lo que son. Pero, ¿puede afectarte que te digan todo el tiempo que “te ves más joven” de lo que eres?
Pino explica a BBCL que esto puede tener efectos tanto positivos como negativos en la autoestima y el bienestar de una persona. “Por un lado, estos comentarios pueden reforzar una percepción positiva de uno mismo, aumentar la confianza y promover sentimientos de satisfacción con la imagen personal, especialmente en una sociedad que valora la juventud como un ideal de belleza y vitalidad. Esto puede motivar a cuidar más la salud, la alimentación y el estilo de vida, fomentando hábitos que contribuyen al bienestar general”.
No obstante, el lado malo es que existe la posibilidad de que estos comentarios generen disonancia cognitiva o contradicciones internas. “En una sociedad donde la juventud se valora socialmente y se asocia con éxito, belleza y energía, muchas personas sienten una presión constante por mantenerse jóvenes, lo que puede derivar en una percepción de insuficiencia o insatisfacción con la propia vejez”, sentencia.
“Además, en un contexto donde la juventud se ha convertido en una categoría social superior, las personas mayores pueden experimentar rechazo o sentir que deben adaptarse a conductas propias de otros grupos etarios para ser aceptadas”, expresa.
Pino dice que este fenómeno puede generar sentimientos de soledad, desestructuración de la identidad y conflictos internos, especialmente si una persona intenta mantenerse en el grupo social que valora la juventud a toda costa, incluso si esto entra en contradicción con su ciclo vital y sus valores personales.
“Por ejemplo, una persona más grande que empieza a frecuentar ambientes de jóvenes puede enfrentarse a rechazos tanto por el grupo al que aspira pertenecer como por su propio círculo social, generando una sensación de desconexión y contradicción interna”, añade.
En este sentido, el psicólogo recalca la importancia de reflexionar sobre el equilibrio entre la valorización de la juventud y el respeto por la propia trayectoria, promoviendo una autoestima saludable y coherente con el ciclo de vida de cada individuo.
Pero entonces ¿es malo vestirse “más joven”? Para nada, si te hace sentir bien contigo mismo. El problema surge cuando esto se convierte en una búsqueda constante de validación externa, aclara Pino. “Si una persona viste o actúa de cierta manera principalmente para obtener la aceptación de otros, en lugar de expresar genuinamente quién es, esto puede indicar una dependencia emocional o una dificultad para aceptar su propia identidad”, comentó.
La verdadera libertad en la expresión personal reside en poder vestir y actuar conforme a uno mismo, sin necesidad de validación externa constante, lo cual indica un nivel saludable de madurez emocional y autonomía, finaliza el experto.
Fuente: BioBioChile