Se ha planteado que Chile integre los BRICS. Inicialmente, fueron creados por los países cuyos nombres conforman el acrónimo: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, para aquellos con economías emergentes, de gran dimensión geográfica y demográfica. Y para compensar aquellos del G7, de mayor desarrollo comparativo.
Los BRICS han experimentado una transformación, pues los originales han aceptado la incorporación de otros, en especial en la última Décimo Sexta reunión celebrada en Kazán, Rusia, convocada por Putin. En ella estuvieron, de forma presencial o remota, además de los fundadores: Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto, Arabia Saudita, Nigeria, Argelia, Bielorrusia, Kazajistán, Vietnam, Tailandia, Malasia, Turquía, Uzbekistán, Uganda, Cuba, Nicaragua, y Bolivia. Hizo todo lo posible por ingresar a Venezuela, pero se acordó no aceptar nuevos miembros plenos, hasta una nueva decisión. Terminó de observador, muy a disgusto.
Se reiteraron temas como seguridad, economía, relaciones culturales, la paz, un ordenamiento más justo, sostenible, un multilateralismo reformado y crecimiento inclusivo. En concordancia con aquellos que predominan, en ciertos sectores, en las Naciones Unidas, y que buscan un sistema distinto. La democracia no formó parte de los acuerdos.
La invitación a Chile viene de Brasil, y resulta difícil negarse. Sin embargo, podría significar una posición diferente, y un compromiso de largo plazo para nuestra postura habitual, o en contraste con el mundo occidental, que los observa en gran medida, instrumentalizados por Rusia. Igualmente, dependerá de la calidad que se nos ofrezca, como miembro pleno o participante. Por el compromiso futuro que significa, debería ser cuidadosamente evaluado.
Samuel Fernández Illanes
Ex embajador y académico U. Central