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La sencillez de las políticas públicas: el caso de la gestión de desechos sólidos y el reciclaje.

Claudia Peña Melin


En el ámbito de las políticas públicas, existe la tendencia a creer que las soluciones a los problemas públicos requieren estrategias complejas y recursos excesivos. Sin embargo, la experiencia demuestra que la clave del éxito puede residir en la sencillez. El caso de la gestión de desechos sólidos y el reciclaje es un claro ejemplo de cómo un programa bien diseñado, económico y participativo puede generar un impacto significativo en la calidad de vida de las comunidades.

Un programa efectivo para manejar y procesar desechos sólidos no necesita ser costoso ni depender exclusivamente de grandes inversiones tecnológicas. En su lugar, debe fundamentarse en una planificación eficiente, que priorice la organización y participación ciudadana. Cuando los hogares, las familias, las organizaciones locales, los empresarios   y las municipalidades trabajan juntos, se construye una cadena de valor que promueve el reciclaje y reduce la acumulación de basura en vertederos.

El liderazgo es otro elemento crucial. Las y los líderes locales, como alcaldesas y alcaldes pueden motivar a las comunidades mediante campañas educativas e incentivos que fomenten la responsabilidad compartida. Por ejemplo, proyectos exitosos en otros países, -Curitiba, Brasil con el programa “Basura que no es basura”, o en España con la “Estrategia Española de Economía Circular”- han demostrado que involucrar a los vecinos en la separación de residuos y en la reutilización de materiales no solo fortalece los lazos comunitarios, sino que también reduce significativamente los costos municipales en el tratamiento de basura en el marco de la economía circular y la sostenibilidad.

En términos de políticas públicas, un componente crucial y transversal es la evaluación rápida y constante del impacto para asegurar el éxito. ¿Cómo medirlo? Con indicadores simples, como la reducción del volumen de desechos recolectados, el aumento de los materiales reciclados o la disminución de la contaminación en espacios públicos. Estos valores, sumados a un enfoque transparente y comunicativo, generan confianza en la población y aseguran el compromiso continuo.

De manera que la sencillez en el diseño e implementación de políticas públicas no solo es viable, sino también indispensable, convirtiéndose casi que en un imperativo. Un programa de reciclaje y gestión de desechos, bien gestionado y apoyado por los ciudadanos, puede ser el punto de partida para resolver un problema global desde el ámbito local. Es momento de demostrar que con voluntad, liderazgo y acción colectiva, el impacto positivo está al alcance de todos.

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