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La segunda vuelta educativa

Entre una primera y una segunda vuelta presidencial, Chile se detiene. Piensa, sopesa, decide. Es un tiempo suspendido en el que el país reflexiona sobre su futuro. En paralelo este tiempo simboliza la esperanza para jóvenes, que fuera del sistema escolar, buscan decidir el suyo. 

Perder su “primera vuelta” educativa significa buscar otra oportunidad y hoy encuentran en las escuelas de reingreso de Fundación Súmate la posibilidad de intentarlo otra vez. Para una segunda oportunidad que no es automática ni sencilla, se requieren condiciones habilitantes que les han sido esquivas desde siempre.

La mayoría vive en escenarios límites: pobreza, hacinamiento, familias fracturadas, falta de redes, traumas profundos, una salud mental desatendida y una exclusión que se acumula en muchas dimensiones. En esa primera vuelta, el sistema fue claro: les cerró la puerta por razones que ellos nunca eligieron.

Por eso, cuando el país debate su futuro político, nosotros —como sociedad— también tenemos una responsabilidad: que esa segunda vuelta educativa sea real y justa. Cuando una escuela de reingreso abre su matrícula, debe activarse algo más que un trámite administrativo; se necesita una acción intersectorial, rápida y responsable para acompañar a jóvenes que cargan dudas y miedos muy legítimos.

Porque al momento de decir “quiero volver”, muchos se preguntan si podrán. Se cuestionan su capacidad para aprender, sienten que “ya no sirven”, arrastran heridas por la vulneración de sus derechos más básicos. Y mientras esa desconfianza crece, aparecen salidas fáciles: el microtráfico, la delincuencia o crece la inmovilización y quedarse encerrados en una pieza, atrapado en las pantallas, sin moverse más, parece una alternativa a la mano. 

Para revertir esta realidad no basta la buena voluntad. Se requieren docentes y equipos altamente especializados, capaces de sostener, escuchar, adaptar metodologías, conectar aprendizajes con el territorio y reconstruir una confianza que a veces está hecha añicos. Profesionales que creen —de verdad— que cada joven puede retomar su camino.

Esta segunda vuelta educativa no es solo una metáfora oportuna. Es una urgencia. Así como el país se moviliza para elegir a su próximo gobierno, también debe movilizarse para asegurar el futuro de quienes quieren volver a estudiar. Porque cada joven que recupera su trayectoria escolar es, en el fondo, un voto a favor de la equidad, la dignidad y la esperanza.

Por Carola Gana, directora ejecutiva de Fundación Súmate

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