Argentina experimenta una crisis en la venta de ropa que las empresas nacionales atribuyen a la flexibilización de importaciones, las compras online -especialmente en gigantes chinos de ultra fast fashion como Shein- y, por supuesto, los viajes a países como Chile y Brasil, donde un pantalón cuesta apenas un tercio del precio que exhiben las tiendas trasandinas.
Lo correcto entonces sería referirse a una caída en el consumo de prendas de vestuario “made in Argentina”, cuya cadena de impuestos, canales de comercialización y medidas proteccionistas heredadas del kirchnerismo (2003-2015; 2019-2023) elevan la cantidad de dinero que deben desembolsar los ciudadanos.
De acuerdo a la fundación ProTejer, el costo de la ropa argentina, incluida su rentabilidad, solamente representa 8,5% del precio final al público. El 50,3% se lo llevan impuestos, otro 12,7% el alquiler de una tienda y un 12,2% del precio de venta, la financiación con tarjetas bancarizadas. Llevado a términos prácticos, el 75,2% del precio que paga el cliente por una remera (polera), por ejemplo, en un mall, se utiliza para el pago de impuestos, servicios financieros y alquileres.
La misma institución alerta que la liberalización promovida por la gestión de Javier Milei, a pesar de fomentar una sana competencia y mejorar el acceso de la población a más (y mejor) vestuario, hace peligrar la sostenibilidad de cientos de pequeñas y medianas empresas del rubro textil, dependientes hace décadas a un mercado proteccionista.
Ropa en Argentina: por los precios, prefieren evitar gastar en su país
Después de las medidas de Milei para desenredar normativas proteccionistas, entre enero y mayo de 2025 las compras de ropa importada vía courier, como es el caso de pedidos en Shein, crecieron un 211% contra el mismo período del mes anterior. Si se toma solo el quinto mes del año, los envíos “puerta a puerta” se dispararon un 253%, según lo informado por la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI).
Entre enero y mayo de 2025, las importaciones de ropa en Argentina alcanzaron los 1.572 millones de dólares, con una suba interanual del 136%. Además del salto récord, supera en un 9% la marca histórica correspondiente a 2017. El auge se explica por un combo: el dólar barato, la desregulación del comercio y una brecha de precios cada vez más evidente respecto al resto de la región sudamericana.
Para la think-thank Fundar, la indumentaria en Argentina es, en promedio, un 40% más cara que en los países vecinos. Desde abril de 2024, mes desde que la fundación mide, los precios locales subieron más que el dólar y los promedios regionales en el mismo rubro.
En tanto, las medidas de apertura comercial del gobierno de Milei recién comenzaron a surtir efecto en junio: subió 0,5% -el rubro con menor variación del IPC-, pero también expuso otra cara. Las tiendas se vieron obligadas a un congelamiento por sobrestock, liquidaciones de invierno y el anticipo de la nueva temporada.
Vale recordar que, a fines de marzo, se habían bajado los aranceles a textiles, calzado, hilados y telas: la ropa y el calzado pasaron del 35% al 20%; las telas, del 26% al 18%; y los diferentes tipos de hilados, a entre 12% y 16%. Fue un alivio tributario que favoreció la aceleración de importaciones y presionó sobre el mercado local.
Las tiendas ahora buscan sostener ventas ante un escenario donde los precios internacionales marcan el ritmo del comprador argentino, cada vez más atento a plataformas del exterior, con entrega a domicilio más la posibilidad de cruzar la cordillera.
Traducido a números, el turismo emisivo volvió a marcar récord en junio (último dato disponible): 643.800 argentinos viajaron al exterior, un crecimiento del 28,6% respecto al mismo mes del año pasado. Fue el mejor junio en una década en términos de salidas. En contraste, ingresaron 318.800 turistas extranjeros al país, lo que representó una baja del 4,3% interanual, según indica el informe Estadísticas de Turismo Internacional (ETI), elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
El desbalance no fue solo en cantidad de personas. Acorde la medición del Gobierno, el gasto en turismo emisivo trepó a USD 557,38 millones, mientras que el ingreso por turismo receptivo quedó en USD 196,84 millones.
Como resultado, una balanza turística negativa de más de USD 360 millones en junio, reflejo de un fenómeno que se profundiza: los argentinos eligen viajar afuera antes que destinar la plata dentro de su país. Brasil (19,1%) y Chile (16,3%) son los destinos predilectos.
Como detalló BioBioChile, la tienda chilena Falabella, que abandonó el mercado argentino en 2021, pero sigue atenta al interés de los turistas, adaptó su página web para clientes trasandinos, eliminando la exigencia de registro y compra online con RUT. De esta forma, los argentinos adquieren el producto desde su hogar y lo retiran gratis en la sucursal más cercana (en San Felipe, por ejemplo).
En Argentina, mientras tanto, hay un fenómeno espejado. Mientras firmas como Dolce & Gabbana preparan su arribo oficial, una marca textil de medio siglo de historia como Mauro Sergio, dedicada a la fabricación de sweaters, redujo su producción en un 20% y activó un “proceso de reestructuración interna” que derivó en el despido de 150 operarios en Mar del Plata.
Los gremios, combativos de la política de Milei, advierten que la fábrica acumula grandes volúmenes de stock sin salida y atraviesa un invierno con muy escaso movimiento comercial.
En ese sentido, la Asociación Obrera Textil (Aotra) advirtió que más del 40% del parque industrial textil de la provincia de Buenos Aires se encuentra paralizado. Se trata de un sector que emplea a más de 530.000 personas -el 69% mujeres- y nuclea 24.000 empresas en 17 provincias de Argentina.
Fuente: BioBioChile