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La red oculta de Los Pulpos que inicia con la recolección de basura en Santiago y termina en extorsión

Durante años, los habitantes de varios barrios en Santiago observaron a trabajadores extranjeros recogiendo basura y limpiando calles, sin imaginar que, detrás de labores rutinarias y roles formales, se tejía la red invisible de una de las bandas criminales más peligrosas de origen peruano.

Los tentáculos de Los Pulpos no solo cruzaron fronteras, sino que —según confirmó BioBioChile— también se extendieron a través de cooperativas y contratos municipales, utilizando el trabajo de recolección de residuos como plataforma de inteligencia callejera y punto de partida para sus maniobras de extorsión.

Este caso de Los Pulpos en Chile, develado en parte por un trabajo investigativo de Teletrece, gira torno a la figura de Eddy Cruz Arce, uno de los cuatro fundadores de la organización en Trujillo, al norte del Perú.

Este individuo, conocido bajo el alias de Eddy Pulpo, llegó a desempeñar un papel central en la estructura criminal, y durante más de una década logró mantener un bajo perfil en la ciudad de Santiago.

De acuerdo a documentos a los que accedió ese medio, Cruz Arce trabajó como recolector de basura en la Municipalidad de Recoleta, función que le permitió incorporarse legalmente en el país, pese a su prontuario criminal. BioBioChile corroboró que a Cruz Arce se le otorgó una visa de residencia sujeta a contrato para trabajar en un restaurante en el Barrio Bellavista en 2010, aunque su permanencia se consolidó en cargos municipales relativos a aseo y ornato.

Gracias a nóminas públicas, Eddy Pulpo percibió un sueldo con fondos estatales chilenos hasta febrero de 2016, cuando recibió 726 mil pesos chilenos como último pago, tras varios años en funciones dentro de ese municipio.

Lo sorprendente es que, pese a contar con antecedentes policiales en Perú —que incluían delitos como secuestro, robo agravado, asociación ilícita y extorsión— logró increíblemente ejercer un cargo remunerado en el sector público de Chile.

Entramado criminal

“Forman parte de un entramado criminal, de un conjunto de organizaciones criminales que se han venido retroalimentando de los movimientos migratorios, de los flujos migratorios y que han aprendido ya no solamente de las localías, sino han aprendido en las grandes ligas y se están comportando como tales”, expresó Miguel Pérez, experto en crimen organizado, a Teletrece.

La declaración ilustra la complejidad del fenómeno: la migración no solo permitió la relocalización de los líderes y miembros de Los Pulpos en Chile, sino que además facilitó la traslación de métodos y estructuras criminales hacia el vecino país.

Con el paso del tiempo, la red liderada por Cruz Arce amplió su influencia mediante la creación de Jatun Newen, una cooperativa intercultural dedicada inicialmente a labores de limpieza y mantención de áreas verdes.

Según las nóminas oficiales divulgadas, el fundador de Los Pulpos no solo figuraba como socio, sino que llegó a desempeñarse como primer consejero en la administración de esa entidad. La cooperativa ganó una licitación municipal cercana a los 1.600 millones de pesos chilenos y, al año siguiente, otra por casi 1.000 millones para servicios de áreas verdes en Recoleta.

Con la consolidación de Jatun Newen, el grupo encontró una nueva modalidad para operar. La vinculación de integrantes de Los Pulpos con la estructura de la cooperativa no solo permitía captar recursos estatales, sino también crear redes de protección en torno a la organización y ampliar la capacidad de control territorial.

“Atentaron contra mi vida”

El testimonio de ex trabajadores y socios de Eddy Pulpo describe prácticas laborales irregulares, amenazas y demandas por sueldos impagos, además de una relación directa entre la administración de la cooperativa y los orígenes de la banda criminal peruana.

No solo los documentos oficiales, a los que accedió BioBioChile, evidencian la inserción de Cruz Arce y otros socios en la cooperativa. Un excompañero, cuya identidad fue resguardada, relató para Teletrece: “El tema Jatun Newen ha sido un lado oscuro de mi vida. Todo lo que pasaba ahí era turbio. Atentaron contra mi vida, por lo cual tomé la decisión de alejarme. Parte de la administración de la cooperativa pertenece a una banda (criminal), lo cual me llegué a enterar con el tiempo.”

En su testimonio, brindado bajo el anonimato por temor a represalias, agregó que su hermano fue asesinado en la puerta de su casa y que la única persona que presenció el crimen recibió amenazas y fue atacada, lo que motivó su desvinculación definitiva.

Mientras las organizaciones criminales adoptaban estructuras formales y legales para respaldar el lavado de activos y el encubrimiento de sus operaciones, surgió una red menos visible pero más audaz: la de recolectores utilizados como avanzada de inteligencia para la extorsión.

Así operaban

De acuerdo con información obtenida y verificada por BioBioChile, la organización de Los Pulpos supo convertir el rol de recolector de basura en uno estratégico para el reconocimiento territorial y la preparación de ataques contra pequeños y medianos empresarios de la Región Metropolitana.

Al recorrer las calles bajo la apariencia de funciones municipales, estos trabajadores identificaban patrones en el desplazamiento de comerciantes, evaluaban horarios, movimientos y flujos de clientes. Así marcaban objetivos potenciales, permitiendo a la banda seleccionar con precisión a quién extorsionar o amedrentar. Podían, incluso, llegar a saber cuánto dinero ingresaba a un negocio, para luego obtener una tajada.

El caso emblemático que expuso la efectividad de este modus operandi tuvo lugar el año pasado, cuando la Brigada contra el Crimen Organizado de la Policía de Investigaciones (PDI) detuvo a un ciudadano peruano que, en su calidad de recolector, vigilaba en horario laboral la rutina de locales comerciales.

Posteriormente, estos comercios fueron blanco de extorsión y balaceras. La detención destapó la existencia de una red interna de recolectores convertidos en informantes criminales al servicio de los ambiciosos intereses delictivos de la banda.

La relación entre el rol de recolección y el acto delictual planteó interrogantes sobre la profundidad de las redes de protección, la facilidad con la que una organización criminal transnacional pudo “normalizar” la presencia de sus miembros en actividades municipales y el uso de licitaciones públicas como vía para fortalecer su influencia y ampliar sus operaciones.

Con la plata del Estado

Además se conoció que pese al mandato legal de revisar sin excepción los antecedentes penales de extranjeros que buscan trabajar en la administración pública chilena, Cruz Arce logró obtener un contrato y mantenerse en empleo estatal durante años, incluso con un historial policial que comprende desde secuestro hasta extorsión y asociación ilícita.

Los reportes de inteligencia policial en Perú refrendan que Los Pulpos surgió a partir de cuatro hermanos en Trujillo: Miller, Milton, Eddy y John Cruz Arce.

Las autoridades de la Fiscalía Metropolitana Centro Norte señalaron que en Chile no solo se identificó la presencia de integrantes vinculados a los orígenes de Los Pulpos, también se logró la detención de miembros operativos y líderes que esperan juicio, pese a que el fenómeno criminal continúa mutando y adaptándose al entorno local.

A través de prácticas como la contratación de personal con antecedentes graves y la obtención de altas sumas mediante licitaciones estatales, Los Pulpos pudieron sostener durante años una estructura que utilizó al trabajador invisible –el recolector de basura– como primer eslabón dentro de una compleja cadena criminal.

Esto no solo refleja una modalidad de infiltración y camuflaje, sino permite visualizar cómo los procesos administrativos formales pueden ser instrumentalizados cuando existen vacíos de control y supervisión.

En el sector de Recoleta y en otras comunidades del área metropolitana, la presencia de cooperativas vinculadas a la organización funcionó como canal para la transferencia y multiplicación de fondos, permitiendo sostener una red de apoyo y protección que trasciende el ámbito delincuencial tradicional.

La colaboración con redes comunitarias ayudó a enmascarar actividades ilícitas mediante una fachada de solidaridad y trabajo vecinal. Sin embargo, los testimonios de trabajadores y vecinos dieron aviso de prácticas de intimidación y violencia, así como amenazas a quienes intentaron rebelarse o denunciar irregularidades.

La comunidad migrante

En barrios donde habita una numerosa comunidad migrante, la convivencia entre el trabajo honrado de la mayoría y las operaciones disimuladas de grupos criminales complejizó las labores de fiscalización y generó un clima de recelo.

Vecinos consultados mencionaron la creciente percepción de inseguridad, junto a la irrupción de distintas bandas, como Los Pulpos y el Tren de Aragua, en zonas de alta densidad de población extranjera.

La información oficial obtenida por Teletrece y verificada por nuestro medio permitió evidenciar la acumulación de millones de pesos por parte de la cooperativa Jatun Newen y su utilización como herramienta para ampliar la red y crear nuevas fuentes de ingreso.

La obtención de contratos públicos no solo mejoraba la capacidad económica de la organización, sino que proporcionaba cobertura y legitimidad a la presencia de sus miembros en el espacio público, donde se recolecta basura bajo la apariencia de un servicio básico, mientras simultáneamente se recaba información clave para futuros delitos de extorsión y violencia organizada.

Al revisar el escenario que permitió la instalación y arraigo de esta estructura criminal, surge a la superficie el desafío que implica la fiscalización de contrataciones municipales y la necesidad de revisar los mecanismos de control, tanto en el ámbito migratorio como laboral. El caso de Los Pulpos en Santiago evidencia el sofisticado uso de las propias vías legales con fines delictivos.

Mientras tanto, la utilización estratégica del trabajador de limpieza como eslabón básico de una red de ‘marcaje’ y coerción criminal permanece como un desafío para las instituciones encargadas de la seguridad ciudadana y la administración pública.

Fuente: BioBioChile

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