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La nueva vida de Blumel

El exministro del Interior dejó todas las redes sociales. Durante estas casi dos semanas fuera del gobierno se ha dedicado a cocinar, compartir con su familia, leer y escribir. En su entorno cuentan que está registrando su experiencia de los últimos 10 años, desde la pasada por el segundo piso y la campaña presidencial, hasta sus últimos días como jefe de gabinete. El resultado podría convertirse en un libro.

Una semana se demoró en eliminar el Whatsapp de su celular.
Gonzalo Blumel, apenas salió del gabinete político el martes 28 de julio dijo que quería desconectarse. De inmediato cerró su cuenta en Instagram y Twitter. Sin embargo, recién logró desinstalar la aplicación de mensajería una vez que respondió cada uno de los textos que recibió tras dejar el cargo de ministro del Interior. Ahora, cuentan en su entorno, se comunica por SMS. “La vida sin Whatsapp se hace más tranquila. Ganas mucho tiempo”, comentó a una persona con la que habló esta semana.
Cuentan que está “de retiro”. Uno de sus amigos que hizo durante el gobierno dice que “tal como los militares después de la guerra, Gonzalo está pasando por una fase de desconexión y ensimismamiento total”.
Su día parte a las 8:30 am, cuando comienzan las clases online de sus tres hijos de 12, 11 y 7 años. “Está dedicado 100% a ser dueño de casa”, comenta un amigo. Prepara el desayuno, el almuerzo y la comida; lava los platos; se encarga de que los niños hagan las tareas y los lleva a la plaza en la tardes. En esas salidas, pese a andar con mascarilla, las personas lo reconocen y se acercan a saludarlo. El jueves en la mañana subió el cerro Manquehue con sus dos hijos mayores.
Su mujer, la abogada Paulina Larrea, está trabajando de manera presencial en la Municipalidad de Lo Barnechea, y están sin ayuda en la casa debido a las cuarentenas. La labor doméstica no es ajena para el ex mano derecha de Piñera: desde siempre se han repartido los roles -la cocina y el estudio son tareas de él-, sólo que ahora el tiempo le permite hacerlo más activamente.
Durante la semana el timbre no ha dejado de sonar en la casa de los Blumel. “Personas a las que incluso no conocía le han hecho llegar chocolates, pasteles y cartas de agradecimiento”, relata un cercano. Por parte del gobierno, ha conversado con el Presidente y con el jefe de segundo piso, Cristián Larroulet, sobre “temas personales”, agrega la misma persona. Igual con su “partner” Claudio Alvarado, ahora senador; sus amigos de Evópoli Felipe Kast, Hernán Larraín y el ministro de Hacienda Ignacio Briones; y los UDI Javier Macaya y Jaime Bellolio.

Los 20 cuadernos


Dicen que tiene dividido el tiempo en tres. Lo primero es volver a estar con la familia. “Poder compartir y estar juntos y con la cabeza conectada en la casa y no en la pega”, cuentan en su círculo. Segundo, la lectura, tanto formativa como de literatura. Está leyendo La Segunda Guerra Mundial, de Winston Churchill, y luego seguirá con el libro de la Primera. En paralelo comenzó 2666, de Roberto Bolaño, que tenía en su velador hacía tiempo, y se compró la última obra del doctor en Ciencia Política Cristóbal Bellolio, Liberalismo: una cartografía. Y tercero, escribir. Un ex colega cuenta que Gonzalo Blumel está recopilando una serie de reflexiones y anécdotas de lo que ha vivido en los últimos 10 años, como jefe del segundo piso, jefe programático de la campaña presidencial, ministro de la Segres y como ministro del Interior “en una de las peores crisis de los últimos 50 años”.
Para hacerlo, tiene de base más de 20 blocks de notas y cuadernos en los cuales ha ido registrando su experiencia de la última década. “Es como un diario de vida que le sirve de referencia cronológica”, asegura la misma fuente. “No está claro si el resultado se va a traducir en un libro, pero al menos por ahora está haciendo un ejercicio de memoria y reflexión”, agrega.

Cooling off
Por la situación sanitaria, Blumel no se ha podido reunir con su banda de rock Giving Juice, donde toca guitarra eléctrica y canta. Sin embargo, cuenta alguien del grupo, mientras fue ministro grabó por Zoom algunas canciones que tenían pendientes. “Una vez que levanten las cuarentenas nos vamos a volver a juntar a tocar”, agrega el músico. Lo mismo con el equipo de fútbol de apoderados del colegio Manquehue, del que es parte junto con el subsecretario de Redes Asistenciales, Arturo Zúñiga. “Está esperando que se reactive la liga para volver a entrenar”, cuenta un compañero.
En el corto y mediano plazo el exministro quiere mantenerse alejado del ojo público y de la discusión constitucional. “Quizás podría sumarse a algo más académico, como una escuela de gobierno o centro de políticas públicas”, comenta una fuente que lo conoce de cerca, “pero en un futuro”. Quiere hacer lo que en Estados Unidos llaman “cooling off”, es decir, un enfriamiento -que puede durar hasta un año- para evitar la famosa puerta giratoria. “Fue una de sus banderas cuando estuvo en la Segpres, por eso al menos pretende ahora autoaplicarlo”, señala la misma persona.
La tranquilidad de haber planificado su salida -que tuvo como punto de partida la carta que envió la UDI en su contra cuando se aprobó el límite a la reelección de los alcaldes-, dicen en su entorno, hace que el impacto haya sido menor. “Lo tenía asimilado hace un buen rato”, cuenta un exasesor. Por estos días suele repetir: “Es más importante saber irse que saber llegar”.

FUENTE DIARIO FINANCIERO

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