Ignacio ‘Jaula’ Bahamondes, el exponente chileno más destacado de las Artes Marciales Mixtas, vive su mejor momento deportivo tras consagrarse en la UFC, compañía más importante de la disciplina.
Hoy la gente lo reconoce, lo saluda y le pide autógrafos. La vida le sonríe. Una situación completamente distinta a todo el sufrimiento que debió soportar desde su arribo a Estados Unidos con solo 16 años.
Fue en entrevista con Podemos Hablar, de Chilevisión, que Bahamondes recordó paso a paso sus penurias en suelo estadounidense. “Pasa que tenía que salir del país (Chile) porque llegó un momento que toqué techo. Nadie quería pelear conmigo porque no les convenía. Era un cabro de 16 años, peleando con profesionales, yo ya era profesional a los 16. Todos decían: ‘si voy y le gano, le gané a un cabro chico, y si no, me ganó un cabro de 16 años’. Era mucho riesgo y yo me sentía estancado”, explicó.
“Ahí fue cuando un profesor de Miami me dio la oportunidad de ir a hacer un campamento por primera vez a EEUU, solo, sin saber el idioma, sin tener a nadie allá. Fue ir a la vida”, agregó.
Al ser consultado por las dificultades que pudo sufrir, ‘Jaula’ no se guardó nada: “Claro, no voy a mentir. Más de una vez me quedé dormido llorando“.
“Pero siempre que hablaba con mi mamá, con mi papá, siempre mostraba yo cara de felicidad, mostrando que quería estar ahí. Yo siempre me decía, ni yo mismo me voy a impedir cumplir mi sueño”, acotó.
Las complicaciones de Jaula Bahamondes en EEUU: “Varias veces me tuve que quedar dormido con las tripas gritándome”
Bahamondes reconoció que su familia le ayudaba monetariamente a la distancia. Sin embargo, hubo un momento en que decidió que todo debía cambiar.
“Yo sabía que mi papá no estaba tan bien económicamente en ese tiempo. Entonces me decía a mí mismo que por mandarme plata quizás estaba dejando sin comer a mi hermano. Eso no podía estar pasando y necesitaba hacer algo. Así que llamé a mis papás cuando cumplí 18 años y les dije ‘no quiero que me manden más plata. Yo tengo, me las arreglo’. Y la verdad que no tenía ni uno”, contó.
Fue así que vino lo más complicado. “Varias veces me tuve que quedar dormido con las tripas gritándome, y al otro día levantarme y entrenar como perro”,
De hecho, como no tenía donde quedarse a vivir, al no tener dinero, consiguió que lo dejaran pernoctar en el gimnasio: “No tenía cama, no tenía ni para taparme, ni almohada”, admitió.
“Más de una vez también me tocó recoger moneditas para juntar un dólar o dólar y medio, para comprar un Arizona (refresco) que vale un dólar y un pan con queso. Esa era mi cena”, añadió.
Finalmente, pese a todo lo complicado, Ignacio Bahamondes sostuvo que le ayudó para ser más fuerte: “Fui forjado por esos malos momentos, por los peores, y no me arrepiento. Soy orgulloso de quien soy hoy y no cambiaría nada”, cerró.
FUENTE: BIOBIO CHILE