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Hoy… Somos mejores personas

Antonio Pardo – Seremi MINVU

Los aluviones que azotaron las comunas de Chañaral, Diego de Almagro, Tierra Amarilla, Alto del Carmen y Copiapó en los años 2015 y 2017, constituyeron la más grande tragedia del presente siglo en la Región de Atacama, y quizás de toda su existencia por la importante pérdida de vidas, bienes y enseres personales.

Hoy, después de cuatro años, estamos empezando a entender porque ocurrió aquello que no debió haber ocurrido, hemos empezado a aprender que los “desastres de la naturaleza” no existen, solo existen eventos naturales que producen daños a los seres humanos cuando estos no están preparados para habitar con responsabilidad el territorio, cuando no hemos usados nuestras capacidades, nuestra inteligencia, para cuidarnos a nosotros mismos.

Ha sido una lección dura, una enseñanza profunda, que hemos ido incorporando lenta pero constantemente a nuestras vidas, transformando en cotidianos los conceptos de autocuidado que antes sonaban técnicos, especializados y distantes.

Desde el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, hemos desarrollado y compartido herramientas de autoprotección, como instrumentos de planificación territorial que al ser socializados con la comunidad los han hecho suyos, resulta común escuchar a vecinos hablar con propiedad de la importancia de definir zonas de riego, diseños de mitigación, y la necesaria actualización del plan regulador post aluvión, e incluso de la necesaria realización de periódicas actualizaciones a las simulaciones matemáticas de riesgo aluvional.

La lección ha sido dura, pero hemos aprendido que detrás de un desastre tan grande como el vivido, se esconde una la oportunidad de convertir una dolorosa experiencia en una oportunidad de hacer mejor ciudad. Por eso no hemos “reparado” los espacios públicos afectados, sino que hemos “re-construido”, es decir, no nos hemos esforzado por dejar las plazas y parques como estaban, sino que mucho mejores de lo que eran. Se han rediseñado con altos estándares, con materialidades de última generación, con máquinas y mobiliario urbano idénticos a los espacios públicos de los países desarrollados. 

Es decir; hemos tenido la capacidad  de convertir una tragedia en una oportunidad, no solo de hacer una ciudad con mejor calidad de vida, sino que en esta acción comunitaria, en donde junto a los vecinos hemos co–diseñado, co-construido, también hemos ido reparando el tejido social dañado, aumentado con eso, a su vez, el sentido de pertenencia de los vecinos de sus espacios de encuentro y recreación, acción que ha derivado integración social y en espacios públicos muy bien mantenidos y cuidados por sus propios vecinos.

Los atacameños, después de vivir una gran tragedia humana y vivir el proceso de trabajar intensamente para reconstruir nuestras ciudades, también nos hemos reconstruido nosotros mismos, por eso estoy cierto no equivocarme, al asegurar que hoy…somos mejores personas que antes del aluvión.

 

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