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“Hay que subir el costo de vandalizar”: Los desafíos ante el complejo panorama del patrimonio cultural en Chile

Este fin de semana se celebra el Día de los Patrimonios en Chile, conmemoración que cumple 23 años y que busca “destacar y visibilizar la pluralidad de patrimonios y diversidades culturales presentes en Chile.

La actividad, coordinada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, se realiza en conjunto con cientos de organizaciones públicas, privadas y de la sociedad civil. A raíz de los diversos escenarios generados por la contingencia nacional, la celebración se ha debido adaptar con el paso de los años. Un ejemplo de aquello, es que con motivo de la pandemia, el Día del Patrimonio 2020 se desarrolló en formato virtual.

Asimismo, a partir de 2021 la celebración se realiza en modalidad mixta, reuniendo a 1.611 actividades presenciales y virtuales, dando un gran espacio a las denominadas “manifestaciones inmateriales” que han tomado fuerza en el último tiempo.

La crisis sanitaria no es el único acontecimiento que ha afectado esta celebración, pues el estallido social y las constantes manifestaciones han generado un deterioro en el patrimonio, los monumentos y edificios históricos del país, acorde con lo planteado por expertos y ex autoridades.

Es así como en la actualidad el patrimonio nacional enfrenta un escenario de “inflexión” y de “grandes desafíos”, sostuvo el ex subsecretario de Patrimonio Cultural y también ex presidente del Consejo de Monumentos Nacionales, Emilio de la Cerda.

“El patrimonio del país, entendido en sus manifestaciones materiales e inmateriales, está sometido hoy en día a un momento de inflexión muy importante, en parte por los fenómenos que se detonan desde la revuelta de octubre que produce un daño muy severo en el patrimonio de Chile, al menos en el patrimonio urbano. Pero también porque nuestro marco normativo está completamente obsoleto, hace muchas décadas, entonces no nos permite tener herramientas adecuadas para no sólo ir en protección de ese patrimonio dañado, sino que para poder gestionar, reconocer y difundir de manera adecuada el patrimonio cultural”, comentó De la Cerda a Emol.

En esa línea, el ex subsecretario explica que “hay una serie de manifestaciones de patrimonio inmaterial que tampoco cuentan hoy día con herramientas adecuadas de reconocimiento. O patrimonios construidos pero que están en áreas rurales, pérdidas o en zonas extremas, como las estancias en Magallanes, Tierra del Fuego o en arquitectura anónima rural que todavía sigue muy dañada después del terremoto del 2010, o que no tienen herramientas para su gestión y conservación”.

Si bien el ex presidente del Consejo de Monumentos Nacionales destaca que en el último tiempo ha tomado fuerza ésta celebración, debido a la mayor presencia de las organizaciones civiles y al espacio que se le ha dado a las ‘manifestaciones inmateriales’, pone énfasis en que esto “no funcione también como un espejismo de todos los desafíos que el patrimonio cultural hoy Chile tiene”.

“Da la impresión que ese nivel de compenetración e interés es una gran alegría para el país, pero no puede obviar los desafíos que hoy el patrimonio en Chile tiene y que lo podemos ver en las manifestaciones del mismo estallido social. Han pasado tres años desde que se produjeron daños muy severos en una serie de bienes públicos y de patrimonio urbano, tanto privado como público”, plantea.

Lo anterior se refleja en “la quema de templos y también monumentos públicos instalados en las ciudades, y sin ir más lejos la ciudad misma, el espacio público de la ciudad. Vemos cómo hasta el día de hoy ese daño no ha podido ser reparado y revertido”, añadiendo que “todavía se discute si el daño al patrimonio cultural es aceptable o no como un daño colateral frente procesos de cambios sociales o a la emergencia de sensibilidades nuevas en el espacio público y eso es una confusión conceptual muy grande respecto al tratamiento que debe tener el patrimonio cultural en un país”.

“El problema se ha visto reflejado en la destrucción de bienes públicos, entre ellos bienes de la iglesia, pero también se ha incendiado el Centro de Arte Alameda, el Museo de Violeta Parra fue incendiado, hay universidades que han sido incendiadas y atacadas, monumentos públicos de todo tipo, no sólo el General Baquedano (…) Pero, lo que es muy llamativo es que, además de eso que es muy condenable, es cómo a eso se suman destrucciones de bienes públicos tan significativas y tan socialmente potentes como es el Metro o el espacio público y cultural de la ciudad”, agrega.

De acuerdo con lo expuesto por De la Cerda, todo lo anterior afecta “más que la imagen de Chile, afecta en el uso y desempeño de los ciudadanos del espacio de la ciudad, de la vida compartida. Cualquier daño a los bienes públicos y al patrimonio no es un daño al Estado, es un daño al cuerpo de la sociedad y eso yo creo que, de manera inconsciente incluso, se ha ido instalando como una certeza luego del desborde”.

No obstante, y pese a todo lo anterior, el ex subsecretario plantea que el problema está “volviendo a centrarse y a discutirse”. “Probablemente, ese movimiento de la sociedad dándose cuenta de estos bienes, eso pueda hacer reaccionar a la autoridad política para generar las condiciones, sea para por el uso de la autoridad o los cambios necesarios que se necesitan, para poder encausar este proceso”, comenta.

“La destrucción del patrimonio destruye huellas”

Con una opinión un tanto crítica, el arquitecto y director Atisba Monitor, Iván Poduje sostiene que, actualmente, “estamos en un momento muy complejo y muy triste en materia de preservación patrimonial con un daño enorme que se generó en el estallido social”.

En ese sentido, el experto afirma que las consecuencias del estallido social reflejadas en el patrimonio cultural de Chile se acrecentaron debido a que “autoridades, intelectuales y artistas también, líderes de opinión hayan minimizado el daño que generaban las protestas y las acciones violentas sobre nuestro patrimonio”. Además, expone una falta de voluntad política, ya que las autoridades “no han logrado darle la importancia al patrimonio que merece”.

“Por otra parte, durante el estallido su destrucción se transformó en un tema épico o se les dio tintes épicos y eso es muy terrible. Lo que pasó con la Plaza Baquedano, el Museo de Bellas Artes y todos los edificios y monumentos dañados, y cuando ese daño lo transformas en una cuestión cultura, le das sustento a los vándalos que son una minoría respecto a la mayoría que quiere tener sus monumentos en buen estado”, menciona.

Frente a ello, Poduje comenta que el Estado tiene dos grandes desafíos para encausar el problema que afecta al patrimonio cultural del país: “El primero es que tenemos que subir el costo de vandalizar nuestros monumentos, tenemos que tener medidas que le transfieran a las personas que dañan los monumentos el costo que para la sociedad tiene reparar, eso implica multas que se hagan efectivas, penalización y que el delito se pueda hacer efectivo”, plantea.

Asimismo, señala que “hay un segundo eje, que tiene que ver con mecanismos de gestión que permitan mantener vivo el patrimonio, eso involucra recursos y darles actividades al patrimonio”.

Según el arquitecto, de no encomendar todo lo anteriormente planteado, las consecuencias en la cultura se verán reflejadas en una pérdida de identidad nacional y en una desconexión entre la ciudad, la ciudadanía y la historia del país.

“Hay una afectación cultural importante y de pertenencia con un sentido de lo colectivo. El gran drama que tiene la destrucción del patrimonio es que destruyes huellas que otras generaciones han preservado y le quitas a las generaciones que vienen el derecho a poder disfrutas de esas huellas o tesoros. Hay un quiebre entre el vínculo de la persona con su ciudad y con su historia, y eso es muy grave porque vas quintándole peso y relevancia al sentido de lo público”, advierte.

“Erradicar la violencia”

Para el decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Desarrollo, Pablo Allard, el abandono de los espacios y la toma de éstos por “grupos violentistas” afecta directamente en que se genera “una violencia no sólo en el entorno físico, sino que también en la convivencia, y eso requiere de una condena transversal”.

Sin embargo, con una postura un tanto distinta a Poduje, el académico sostiene que “la solución no pasa por pintar las fachadas que van a volver a ser rayadas, tampoco por desplegar más carabineros, sino que lo importante es reconquistar estos lugares para la gente, generar vida en la ciudad, que las personas no tengan miedo de caminar o vivir en los centros urbanos”.

Por ello, Allard destaca que fiestas como el Día de los Patrimonios permitir que, por un lado, “la ciudadanía se dé cuenta del inmenso daño que han hecho estos antisociales, de la irresponsabilidad de las autoridades de no erradicar esta violencia y dejar abandonados estos edificios. Pero, por otro lado, también va a haber mayor clamor por sacar estos espacios de la dinámica del miedo y llevarlos nuevamente a la dinámica de la cultura cívica”.

Ante aquellas palabras, el decano explica que el problema del “abandono, deterioro, vandalización y violencia urbana que aqueja al centro de Santiago, Valparaíso, de Antofagasta y de muchas ciudades después del estallido es algo reversible si las autoridades demuestran el coraje y la determinación para hacerlo“.

Aquí lo importante es erradicar la violencia, recuperar cívicamente estos espacios públicos como Plaza Baquedano, como el centro de Valparaíso y Antofagasta, pero esto tiene que venir acompañado de activación, de generar oportunidades para que la ciudadanía vuelva a copar estos espacios antes que lleguen los anti sistémicos y eso se refiere más bien a actividades como el Día de los Patrimonios, como el teatro callejero”, asevera.

Pese a reconocer que existe un problema de abandono de los espacios patrimoniales y urbanos, Allard remarca que, “independiente del evidente deterioro de los centros urbanos de muchas ciudades en Chile a partir del estallido, que es algo que todos debemos condenar, creo que cada vez hay más consciencia del valor y la importancia que tiene el patrimonio en nuestra sociedad”.
“De hecho, que se celebren 23 años ya del Día de los Patrimonios y la masividad que tiene este evento dan cuentas de que poco a poco los chilenos vamos reconociendo que ‘si el patrimonio no es urgente, entonces no es patrimonio’ como diría don Fernando Pérez, Premio Nacional de Arquitectura”, acota el académico.

Legislación

Como parte de la solución a los problemas que aquejan al patrimonio nacional actual, De la Cerda, hace énfasis en la necesidad de avanzar en la tramitación del proyecto de ley de patrimonio cultural que hoy se encuentra en el Senado.

“No diría todo, pero parte de esta debilidad estructural del patrimonio en Chile tiene que ver con la legislación, eso es ineludible. El proyecto de ley se discutió en el Congreso con la participación de cerca de 100 grupos en la Comisión de Cultura y eso se aprobó. La Cámara de Diputados aprobó a comienzos de este año el proyecto de ley de patrimonio cultural y pasó al Senado”, señala.

Al respecto, la ex autoridad plantea que este proyecto es muy importante porque “establece estructuras de deliberación regional, es decir, descentraliza la toma de decisiones del Consejo de Monumentos, e incorpora todo un ámbito de categorías de protección donde aparece el patrimonio inmaterial, donde se protegen los paisajes culturales, los bienes patrimoniales inmuebles. Es decir, establece una categoría de protección adecuada y medidas de gestión y financiamiento, que probablemente las más robustas que Chile en su historia nunca ha planteado”, tales como la regulación de los planes regulatorios comunales, entre otras.

Frente a la falta de legislación mencionada por el ex subsecretario, Iván Poduje precisa que “si lo vemos de manera más general tenemos un problema severo y es que nuestra legislación protege el patrimonio con normas y no con recursos”.

Ante esa aseveración, el arquitecto menciona que el caso de Valparaíso, pues a pesar de ser una zona típica, de conservación histórica, y reconocida como patrimonio por la Unesco, Poduje plantea que “cualquier persona que recorra la ciudad puede que ver que eso está absolutamente dañado, y garantiza nada tener una zona con preservación histórica si no tienes los recursos y la voluntad política para arreglarlo”.

“El proyecto de ley de la nueva institucionalidad patrimonial fue trabado y todavía no ha podido ser promulgado, lo que denota de la falta de voluntad política para avanzar en esa materia. Era un proyecto de ley muy positivo, consideraba la descentralización de la preservación del patrimonio, consideraba herramientas de gestión y financiamiento nuevas. ¿Por qué no se aprobó? Porque se politizó la discusión y porque se usó como una trinchera de parte de la entonces oposición y yo creo que no se antepuso el interés general del patrimonio”, concluye.
Por su parte Allard, concuerda en que “es muy importante que el proyecto de ley de patrimonio avance y ojalá sea ley lo antes posible, porque efectivamente mientras no contemos con una legislación que determine los alcances del patrimonio, eventuales programas, responsabilidades, definiciones, va a ser muy difícil poder avanzar no sólo en la conservación y puesta en valor, sino que en la defensa del patrimonio”.

En esa línea, el académico repara en que “el abandono no ha sido sólo físico de los espacios públicos, sino que también es un abandono de la responsabilidad. En ese sentido, las autoridades tienen que avanzar en resolver aquellas dudas y diferencias que hayan en el proyecto de ley, pero ojalá legislar lo antes posible y no esperar a tener una nueva Constitución o algo así para tener una ley de patrimonio”.

Fuente: Emol.com

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