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Geotermia: ¿Por qué no despega con fuerza en Chile?

Aunque varios actores de la industria eléctrica-energética aplaudieron la puesta en marcha de la primera central geotérmica en Chile como un primer paso para la consolidación de esta fuente de generación, también han acusado la falta de una estrategia donde el Estado se vincule de manera más activa en su desarrollo.

En el mundo, Chile cuenta con una marca registrada gracias a su generosa producción literaria. Dos Premios Nobel, poetas de fama mundial, entre otros hombres y mujeres que se dedican a las letras, dan cuenta de ello. Para qué decir del vino…

Pero Chile también es conocido por ser tierra de volcanes. Y de acuerdo con esto, es dueño de un potencial geotérmico gigante como para poder generar electricidad e incorporarla a la matriz eléctrica del país.

En 2017 la instancia público-privada conocida como Mesa de Geotermia, conformada por el Ministerio de Energía, el Consejo Geotérmico, la academia y otros actores de la industria, cifró en 3.500 MW el máximo potencial de generación de electricidad a partir de este tipo de energía renovable. Con ello, dicen los expertos, Chile podría convertirse en un actor relevante de esta industria al generar el 20% de la energía geotérmica del mundo.

El presidente del Consejo Geotérmico, Felipe Riesco, señala que Chile destaca por su ubicación en el “Cinturón de Fuego del Pacífico”, lo que lleva a que las cifras sobre potencial geotérmico que se manejan hoy en Chile vayan desde los 3.350 MW hasta los 16.000 MW, lo que podría representar un 91% de la capacidad instalada actual de la matriz energética del país.

Por su parte, el director del Centro de Excelencia en Geotermia de los Andes (CEGA), Diego Morata, sostiene que según los cálculos de estimación que han realizado en el CEGA apuntan a que el potencial geotérmico en Chile rondaría los 40.000 MWe.

“En el período 2017-2030 se podrían implementar en el país casi 600 MWe mediante geotermia, ascendiendo hasta casi 2.100 MWe para el año 2050”, dice el especialista.

Debut en suelo nacional

Fue hace casi cuatro años cuando la industria geotérmica hizo su debut en Chile tras el inicio de operaciones de la primera planta de este tipo denominada Cerro Pabellón, obra ubicada en la Región de Antofagasta, que no solo hizo historia en el país, sino también en Latinoamérica al convertirse en la primera central geotérmica en la región.

Según especialistas, Cerro Pabellón ostenta la mejor tecnología ambiental disponible, reinyectándose en el reservorio el total de los fluidos geotérmicos. Durante este 2021, de acuerdo a las estimaciones, se pondrá en marcha la tercera unidad de esta planta, llegando a los 81 MW.

A Cerro Pabellón se suman dos proyectos que se encuentran en un estado más avanzado. Se trata de Mariposa, de propiedad de la empresa filipina EDC y que está ubicado en la Cordillera de la Región del Maule, y Peumayén a cargo de la holandesa Transmark y que está situado en las proximidades del volcán Tolhuaca, en el límite entre las regiones de La Araucanía y Bio-Bío.

Sin embargo, los avances en ambos proyectos durante el 2020 han sido mínimos, aunque Transmark espera poder desarrollar nuevas campañas de exploración para más adelante.

Pero, ¿por qué con la ventaja natural con la que cuenta el país no se ha podido avanzar en la implementación de más proyectos geotérmicos? ¿Dónde están los obstáculos para generar una industria geotérmica para la generación de electricidad?

Varias son las razones. Para Diego Morata, actualmente la barrera no es ni técnica ni académica ni legal. Es un tema meramente económico, ya que la tecnología es costosa.

“Es aquí donde el Estado debiese intervenir de alguna manera, pues los beneficios en cascada que genera una planta geotérmica tendrían un elevado impacto social, con fuertes beneficios para las comunidades”, explica.

Al respecto, el también profesor del Departamento de Geología de la Universidad de Chile cree que una oportunidad que se podría abrir es el uso de sistemas de calefacción distrital con geotermia, lo que se conoce como el uso directo de la geotermia y que numerosos países de Europa ya están utilizando con éxito.

“De esta forma, se podrían mitigar los efectos de la contaminación atmosférica en nuestras ciudades del centro y sur que, invierno tras invierno, repercute tan seria y gravemente en la salud de todos los que respiramos un aire poco saludable a consecuencia del uso masivo de la leña como sistema de calefacción”, plantea Morata.
Su rol como energía de base

El presidente del Consejo Geotérmico, en tanto, destaca el ambicioso plan de descarbonización que Chile lleva adelante, el cual implica el reemplazo de unos 3.600 MW de generación base al año.

Pero hace una crítica. Sostiene que un proceso de descarbonización sustentable requiere de la incorporación de energías renovables de base, como la geotermia, la cual permite la producción de energía las 24 del día, los 7 días de la semana, al igual que las fuentes de energías fósiles.

En este sentido, cree que una matriz energética sin una mirada a largo plazo, y solo sobre la base de energías renovables variables, conlleva un riesgo importante para la seguridad del suministro eléctrico.

“Ese riesgo en parte está cubierto por el nuevo estado operativo de “Estado de Reserva Estratégica” de las centrales de carbón que se retiren, pero puede significar que ante fallas o imprevistos (sequías, etc.) las fuentes generadoras con combustibles fósiles vuelvan a operar y despachar, lo que simbolizaría un gran retroceso en la materia y pondría en riesgo el cumplimiento de los compromisos internacionales que Chile ha suscrito en materia de cambio climático”, argumenta Felipe Riesco, añadiendo que precisamente la geotermia minimiza tales riesgos.

Siguiendo con su análisis, el también abogado indica que según cifras entregadas por el secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía (CNE), José Venegas, en el Estado de Reserva Estratégica las centrales a carbón recibirán unos US$150 millones al año por potencia instalada.

“Pensando que el plazo mínimo en ese estado de reserva estratégica es de 24 meses y el máximo es de 60 meses, las centrales de combustibles fósiles recibirán un pago de entre US$300 y US$750 millones. ¿Qué pasaría si se destinaran recursos equivalentes para potenciar tecnologías de base como la geotermia, que pueden jugar un rol relevante en materia de seguridad energética como energía de base? ¿Qué pasará cuando hayan transcurrido esos 60 meses y no existan alternativas a los combustibles fósiles como energía de base? Creo que la geotermia es una energía estratégica para el país, por lo que como Consejo Geotérmico queremos hacer ver esta realidad a los actores del mundo público que toman las decisiones. Hay que mirar con responsabilidad y a varios años plazo la estrategia energética nacional. Es mucho lo que está en juego”, enfatiza Riesco.

Coincidiendo con este punto de vista, Diego Morata afirma que el desarrollo de proyectos geotérmicos para generación de electricidad necesita de un cambio de paradigma en nuestro sistema de generación mediante energías renovables.

“La generación de electricidad mediante geotermia da seguridad al sistema eléctrico, ya que es la única renovable que, al día de hoy, puede usarse como energía base”, asegura el director del CEGA, quien agrega que si no se entiende este punto, el potencial de la energía geotérmica puede seguir durmiendo bajo nuestros pies.

FUENTE NUEVA MINERIA Y ENERGIA

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