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El hongo con sabor a carne que contamina mucho menos: promete ser la proteína del futuro

Desde hace algunos años, distintas agrupaciones han intentado demostrar que la industria de la carne es una de las que más aporta a las emisiones de carbono y el calentamiento global. Al respecto, científicos lograron mejorar un hongo con sabor a carne.

El trabajo investigativo, publicado en la revista ‘Trends in Biotechnology de Cell Press‘, afirma que el hongo modificado es más fácil de digerir que su contraparte natural, reduciendo su impacto ambiental hasta en un 61%.

¿Por qué se buscan alternativas a la carne?

Recordemos que las proteínas son nutrientes esenciales para el cuerpo humano: construyen y reparan tejidos, forman enzimas y hormonas, y son clave para el sistema inmunológico y el funcionamiento muscular.

Por otro lado, la ganadería tradicional requiere grandes cantidades de tierra, agua y genera emisiones significativas de gases de efecto invernadero, lo que hace urgente encontrar alternativas más ecológicas. De hecho, responsable de aproximadamente el 14% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Las proteínas microbianas, incluidas las presentes en levaduras y hongos, se han consolidado como una alternativa más sostenible a la carne.

Hongo con sabor a carne, pero sin vacas

Utilizando una tecnología de edición genética llamada CRISPR para aumentar la eficiencia de producción de un hongo, científicos de la Universidad de Jiangnan, en China, han logrado reducir su impacto ambiental hasta en un 61%, todo ello sin añadir ADN extraño.

Existe una demanda popular de proteínas mejores y más sostenibles para la alimentación“, recuerda Xiao Liu, autor principal del estudio. “Logramos que un hongo no solo fuera más nutritivo, sino también más respetuoso con el medio ambiente, mediante la modificación de sus genes”.

Entre las opciones exploradas hasta ahora para la obtención de micoproteínas, u hongos con contenido proteico, el hongo Fusarium venenatum destaca por su textura y sabores naturales, muy similares a los de la carne. Su uso alimentario está aprobado en numerosos países, como el Reino Unido, China y Estados Unidos.

Sin embargo, Fusarium venenatum posee paredes celulares gruesas que dificultan la digestión de sus nutrientes por parte de los humanos. Además, su cultivo requiere muchos recursos; incluso la producción de pequeñas cantidades de micoproteína exige un gran aporte de estos. Las esporas se cultivan en enormes tanques metálicos llenos de un sustrato compuesto de azúcar y nutrientes como el sulfato de amonio.

¿Qué hicieron los científicos?

Liu y su equipo se propusieron explorar el potencial de aumentar la digestibilidad y la eficiencia de producción de Fusarium venenatum utilizando CRISPR, sin introducir ADN extraño en los genes del hongo.

Para ello, eliminaron dos genes asociados a las enzimas quitina sintasa y piruvato descarboxilasa. La eliminación de la quitina sintasa redujo el grosor de la pared celular del hongo, permitiendo que una mayor cantidad de proteína intracelular estuviera disponible para la digestión.

La eliminación del gen de la piruvato descarboxilasa contribuyó a optimizar el metabolismo del hongo, de modo que requiriera menos nutrientes para producir proteínas.

Los análisis demostraron que la nueva cepa de hongo, denominada FCPD, requería un 44% menos de azúcar para producir la misma cantidad de proteína en comparación con la cepa original y lo hacía un 88% más rápido.

“Mucha gente pensaba que cultivar micoproteína era más sostenible, pero nadie había considerado realmente cómo reducir el impacto ambiental de todo el proceso de producción, especialmente en comparación con otros productos proteicos alternativos”, advierte el primer autor, Xiaohui Wu, de la Universidad de Jiangnan.

Comparado con el pollo, su impacto es mucho menor

Posteriormente, los investigadores calcularon la huella ambiental del FCPD, desde las esporas en el laboratorio hasta los productos cárnicos inactivados, a escala industrial.

Simularon la producción de FCPD en seis países con diferentes estructuras energéticas -entre ellos Finlandia, que utiliza principalmente energías renovables, y China, que depende más del carbón- y descubrieron que el FCPD tenía un menor impacto ambiental que la producción tradicional de Fusarium venenatum, independientemente de la ubicación.

En general, la producción de FCPD generó hasta un 60% menos de emisiones de gases de efecto invernadero durante todo su ciclo de vida.

El equipo también investigó el impacto de la producción de FCPD en comparación con los recursos necesarios para producir proteína animal. En comparación con la producción de pollo en China, descubrieron que la mioproteína de FCPD requiere un 70% menos de tierra y reduce el riesgo de contaminación del agua dulce en un 78%.

De esta forma el informe concluye que los alimentos editados genéticamente como este pueden satisfacer la creciente demanda de alimentos sin los costos ambientales de la agricultura convencional”.

FUENTE: BIOBIO CHILE

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