Cada 29 de septiembre, el mundo se tiñe de rojo para recordar que el corazón, ese órgano incansable, también necesita cuidados. Este año celebramos el 25º aniversario del Día Mundial del Corazón, una fecha que nos invita no solo a reflexionar sobre la prevención de enfermedades cardiovasculares, sino también a mirar hacia los avances médicos que salvan vidas cuando la prevención ya no es suficiente.
Uno de esos avances es la terapia ECMO (Oxigenación por Membrana Extracorpórea), una técnica de soporte vital que, aunque poco conocida fuera del ámbito médico, representa la delgada línea entre la vida y la muerte para pacientes en estado crítico. Cuando el corazón o los pulmones fallan de forma irreversible, la ECMO actúa como un pulmón y corazón artificial, oxigenando la sangre fuera del cuerpo y permitiendo que los órganos descansen mientras se trata la causa subyacente.
Durante la pandemia de COVID-19, esta tecnología se convirtió en un recurso esencial en unidades de cuidados intensivos, demostrando su capacidad para mejorar la supervivencia en casos de insuficiencia respiratoria y shock cardiogénico. Pero su impacto va más allá de la emergencia sanitaria. Hoy, la ECMO es utilizada como puente hacia el trasplante cardíaco, en cirugías de alto riesgo, y en pacientes jóvenes con miocarditis fulminante o paro cardíaco prolongado.
Sin embargo, la ECMO no funciona sola. Detrás de cada paciente conectado a esta terapia hay un equipo altamente especializado que hace posible lo imposible. Perfusionistas, intensivistas, enfermeros expertos en cuidados críticos, cardiocirujanos y técnicos en ECMO trabajan en sincronía, tomando decisiones minuto a minuto, ajustando parámetros, monitoreando signos vitales y enfrentando situaciones límite con precisión quirúrgica. Su formación, experiencia y capacidad de trabajo en equipo son tan vitales como la máquina misma.
En este Día Mundial del Corazón, mientras promovemos hábitos saludables como el ejercicio, la alimentación equilibrada y los chequeos médicos regulares, también debemos reconocer el valor de la medicina intensiva y de tecnologías como la ECMO. Una tecnología que salva corazones.
Por Pamela Schwerter, gerente general de RedCare Chile