Cada 14 de junio, se conmemora el Día Mundial del Donante de Sangre, fecha que busca tanto reconocer a quienes donan como crear conciencia sobre la necesidad de contar con una red sólida de donantes que permita sostener el sistema de salud. En Chile, estamos lejos de ese objetivo.
La donación de sangre es un acto altruista que salva vidas. Es necesaria en cirugías, tratamientos oncológicos, partos complejos, accidentes y muchas otras situaciones médicas de diversa complejidad. Pese a ello, nuestro país sigue teniendo una de las tasas más bajas de donación voluntaria en América Latina. Según datos del Ministerio de Salud, menos del 40% de las donaciones provienen de personas que se acercan sin que haya una urgencia personal involucrada, lo que evidencia un problema estructural.
En la mayoría de los países con sistemas de salud sólidos, la sangre se recolecta mayoritariamente a través de campañas de donación voluntaria, organizadas y periódicas. En nuestro país, gran parte de las unidades se obtiene a través de donaciones por reposición, es decir, personas que entregan sangre cuando un familiar o cercano la necesita. Este sistema no solo es más precario, sino que impide mantener bancos de sangre estables y suficientes.
Las razones de por qué cuesta tanto obtener donaciones de sangre son múltiples: falta de información, miedo, desconfianza o, simplemente, la falta de una cultura de donación. Tenemos que cambiar ello, promoviendo la donación de sangre como un proceso seguro, rápido y beneficioso, que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para alguien. Cada unidad de sangre donada puede ayudar a hasta tres personas, por lo que el valor de un acto altruista se multiplica en su beneficio.
La tarea es colectiva. No solo es necesaria una estrategia nacional más sólida, con campañas educativas permanentes, incentivos institucionales, facilidad de acceso y el compromiso de distintos estamentos, si no que también, cada uno de nosotros, como integrantes de la sociedad, debemos comprometernos con un gesto que va más allá de la solidaridad.
Se trata también de asumir que, en cualquier momento, nosotros mismos o alguien cercano podría necesitar sangre. Y cuando eso ocurra, la única forma de que esté disponible será porque otros, antes que nosotros, decidieron donar.
Doctor Nicolás Bastian
Médico general
Tarapacá Interclínica