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Devolver la dignidad a nuestros niños y niñas, para que puedan terminar su año escolar

Dolor y desesperanza. Eso es lo que sentimos muchos en Atacama.

Las comunidades educativas movilizadas, dependientes de la Educación Pública, alcanzan ya los 50 días de paralización de actividades ante la inoperancia de las autoridades del sector

Nos duele la indignidad que vive la educación pública de Atacama. Salas sin enchufes, con peligros de incendio, baños inundados por filtraciones y otros derechamente sin agua. Casinos insalubres donde no se puede comer, salas de clases con vidrios rotos, con goteras. En medio de plagas de palomas y ratones, y ni siquiera mencionar la falta de equipamientos y computadores,

En Chile creíamos que habíamos logrado un cierto estándar. Al menos condiciones sanitarias mínimas. Nos duele, porque durante este gobierno, la dignidad de nuestros niños y niñas en esta región ha retrocedido.

Yo creía que los problemas de gestión de los servicios locales y la Dirección de Educación Pública se debían a que la implementación de la ley la hizo en su minuto un gobierno que no creía necesariamente en la educación pública. Pero ahora la esperanza puesta en un gobierno cuya prioridad -dijo- sería la educación, finalmente se transformó en amiguismo, corrupción, malversación de recursos públicos y contrataciones irregulares de operadores políticos. Ya hay procesos judiciales abiertos por hechos ocurridos en este gobierno.

Nada de esto es desconocido por las actuales autoridades. Y más nos duele, por su indolencia, porque por esa indolencia arriesgamos que más 30 mil estudiantes pierdan su año escolar.

Al primer ministro de Educación de este gobierno le informamos lo que sucedía antes que asumiera. Lo acompañamos a escuelas y liceos, y con el mismo horror que tenemos nosotros, comprometió soluciones. Nada pasó.

Con el actual ministro tuvimos nuevas esperanzas. Los problemas fueron reconocidos. Pero las soluciones no llegan. Del Director de Educación Pública, el responsable directo de la falta de dignidad que a diario sufren los estudiantes de Atacama, nombrado hace ya más de un año por el Presidente Boric, ni siquiera se puede hablar. El funcionario ni siquiera responde los requerimientos que hemos hecho desde la Comisión de Educación del Senado.

Lo digo con dolor, pero este gobierno sabe con detalle cuáles son los problemas que debe solucionar. Tiene los recursos, no es un problema de dinero. Y tiene las atribuciones, pero simplemente nada pasa. No hacen que las cosas pasen en favor de la educación.

Atacama vive una verdadera emergencia educativa. Necesitamos una intervención urgente para educar a nuestros niños y niñas.

En un movimiento ciudadano y político amplio, liderado por el Colegio de Profesores, por distintos sectores, asistentes de la educación, hemos tenido que recurrir a las empresas locales para que colaboren en habilitar las condiciones mínimas y que permitan que los colegios funcionen de aquí a fin de año.

Al gobierno central, a estas alturas, ni siquiera le pedimos que nos ayude. Con que no entorpezca la autogestión es suficiente.

En Atacama estamos convencidos que, si esto ocurriese en Santiago, y no a 800 kilómetros, estarían más dispuestos a buscar soluciones. Duele que la indolencia sea parte de la gestión que hoy vivimos en educación.

Yo sólo pido que nos permitan devolver la dignidad a nuestros niños y niñas, para que puedan terminar su año escolar y que preparen las condiciones para tener el próximo año de normal funcionamiento.

Les envío un abrazo cariñoso a las comunidades educativas; al Colegio de Profesoras y Profesores, a las y los Asistentes de la Educación, a las familias, pero, sobre todo, a los estudiantes de Atacama.

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