Copiapó enfrenta un reto clave en su sistema de transporte público: la adecuación y mantenimiento de los paraderos antes de la llegada de los buses eléctricos. La infraestructura existente, marcada por el vandalismo, la acumulación de basura y el uso indebido, pone en duda la preparación de la ciudad para recibir esta nueva forma de movilidad.
Los paraderos de la ciudad, aunque algunos han sido renovados recientemente, presentan condiciones precarias. La presencia de grafitis, la pérdida de sistemas de iluminación solar por robo y la acumulación de desechos generan un entorno poco adecuado para los pasajeros. Además, la señalización vial no siempre está en buen estado, lo que afecta la orientación de los usuarios.
Otro problema recurrente es el uso inadecuado de los paraderos, donde vehículos particulares ocupan espacios destinados a la locomoción colectiva. Esto se ha visto especialmente en zonas como las afueras del Hospital de Copiapó, afectando la fluidez del transporte. Pese a las fiscalizaciones de Carabineros, la práctica persiste y requiere soluciones más profundas.
La ciudadanía también tiene un rol crucial. La falta de conciencia sobre el uso adecuado de los paraderos y la acumulación de residuos alrededor de ellos reflejan la necesidad de campañas de educación vial. Con la futura implementación de los buses eléctricos, será indispensable fomentar hábitos de respeto y cuidado del entorno.
Las autoridades tienen el desafío de impulsar mejoras estructurales en los paraderos, garantizar su mantenimiento y promover acciones que fortalezcan la educación vial. Mientras se espera la llegada de la nueva flota de transporte, es fundamental que estos espacios sean adecuados para brindar un servicio eficiente y cómodo a los usuarios.
¿Está realmente Copiapó preparada para esta transformación en su movilidad urbana? La respuesta dependerá de la rapidez y eficacia con que se atiendan estas problemáticas.