Analistas políticos y sociólogos revisan las razones de la atención exacerbada hacia el Presidente electo y su quehacer. Tanto así, que el propio Gabriel Boric llamó el viernes a “no idealizar a nadie, partiendo por mi”.
Hace exactamente una semana, el Presidente electo, Gabriel Boric, dejaba La Moneda tras sostener su primera reunión -post balotaje- con el Presidente Sebastián Piñera. Pero no se subió inmediatamente al auto que lo esperaba: rompiendo protocolo, decidió tomarse unos minutos para correr a saludar a sus adherentes quienes lo esperaban tras las vallas papales que cercan el perímetro.
Una situación similar ocurrió el pasado viernes en el vacunatorio de San Miguel, hasta donde Boric llegó para recibir su dosis de refuerzo. Sin importar el calor, sus adherentes nuevamente estaban ahí; alguien le entregó un vinilo de “Tool”, una de sus bandas favoritas, otro le entregó un libro de ilustraciones y, por supuesto, las infaltables fotos, decenas de ellas.
Esas son solo algunas de las múltiples ocasiones en que se podría retratar la suerte de “Boric-manía” que ha surgido con mayor fuerza desde el 19 de diciembre. Y es que Boric, fiel a su generación y juventud, ha cultivado una imagen cercana y sin mayor preocupación por los protocolos; tal como lo hizo desde que puso un pie en el Congreso y el revuelo que generó en ese Chile del 2014 el que no utilizara corbata.
Así, se apartaba -y lo sigue haciendo- del “deber ser” del establishment político, para dar paso a una figura que, aún desde su nueva esfera de poder, quisiera parecerse a todos: la cuestión de la representatividad. Eso sí, consciente del fenómeno, Boric ha llamado a “no idealizar a nadie, partiendo por mi“.
Según el análisis de los expertos en sociología y política, los factores son múltiples y emanados de distintas fuentes: el votante de Boric, el propio Presidente electo y el rol de las redes sociales y los medios de comunicación.
“El desahogo” de la gente y el carisma de Boric
“Hay una suerte de desahogo en la gente“, dice Germán Silva, analista político y académico de la Universidad Mayor. Y es que la segunda vuelta estuvo marcada por mucha carga emocional frente a “este tema del miedo, de que iba a haber un apocalipsis si ganaba Boric; por lo tanto, para esa gente que votó efectivamente por él, la tensión se descomprimió”.
Y en esto, el propio Boric opera como un facilitador, pues “es un millenial muy afectivo, tiene esa cosa de piel que la gente de cierta forma lo necesitaba“, complementa el académico.
Carlos Peña, abogado y rector de la Universidad Diego Portales, refrenda esta percepción: “Boric tiene el carisma, lo ha probado largamente, y ese es un recurso muy importante en política; la mitad de su éxito se debe a ello”, lo que de paso, le servirá para enfrentar “el lado más amargo de su quehacer, que será comunicarle a la gente los límites que impone la realidad a su propia agenda”.
El “alimento a la curiosidad”
Y si bien el factor generacional es importante, también pesa el uso que se le da a ese lenguaje común, por ejemplo, en las redes sociales. Y es que en la segunda vuelta se conocieron muchos más antecedentes de su vida personal y también de su quehacer cotidiano: mostró cómo abría regalos de sus adherentes, incorporó recopilaciones de todas aquellas veces donde alguien le pidió una foto y habló de su relación sentimental.
Luego del balotaje no ha sido distinto. Prueba de ello es el furor por las cuentas de redes sociales de Brownie, apodado “el primer perro de la nación“, y otros detalles de los que las personas se quieren enterar: ¿a dónde se irá a vivir el Presidente electo?, ¿con quién pasará la navidad?, ¿Brownie se quedará en Magallanes?
Para el sociólogo de la Universidad del Desarrollo, Eugenio Guzmán, hay que tener en cuenta que si bien Boric no es un político desconocido, para la población en general sí lo era. “Una cosa era ser dirigente estudiantil y llegar a ser diputado, que si bien son cargos significativos, estaban lejos del interés público de lo que significa ser presidente“, plantea.
“Esto también es un factor que motiva a los propios medios a intentar detectar el deseo que existe en la gente por saber quién es: qué piensa, lo que hace, qué quiere, todas esas curiosidades que emergen”, complementa el sociólogo.
“Los contrastes políticos”
En el plano más político, la lógica que opera es la de los contrastes. Silva duda en que este fenómeno se estuviera dando con tanta intensidad si Boric se hubiera convertido en presidente electo después de la ex Presidenta Michelle Bachelet, pero afirma que “hay un marcado contraste con la figura del Presidente Sebastián Piñera“, cercano a la política tradicional.
En esto último concuerda Peña, quien resalta que el liderazgo de Boric “está más cerca del que tenía Bachelet; un liderazgo muy empático, comprensivo, acogedor, en el fondo, con cierta aura muy magnética“.
Para Guzmán, en tanto, la lógica de las diferenciaciones también operan en el propio sector que Boric representa. “Él hizo un movimiento más hacia la moderación, lo que ha contrastado con ciertos miembros de su coalición, por ejemplo, con Daniel Jadue”.
“Este contraste mediático, ese giro, propendió a fortalecer esta figura que había sido muy debilitada durante la campaña, en función de la falta de experiencia que se le criticó“, complementó.
En esa línea, Peña remarca que no se trata de que Boric “haya cambiado” en sus lineamientos programáticos, sino que también hizo ese ejercicio inherente a la política, “ese recurso hipócrita, en el buen sentido de la palabra, que forma parte de los elementos para seducir a la ciudadanía. Boric no ha renunciado al horizonte ideológico con el que presenta su quehacer político y tampoco a su programa”.
Con todo, los analistas plantean que este tipo de fenómenos tienden a decantar, y para ello se necesita observar las decisiones que vaya tomando en estas semanas; la gran “prueba de fuego”, dicen muchos, podría estar hacia mitad de enero, cuando presente a su gabinete ministerial.
Fuente: Emol.com
