En mayo del año 2023 una brutal agresión conmovió al país. En la ciudad de Iquique y en vísperas de la celebración de las Glorias Navales, marinos que estaban fuera de servicio golpearon a una persona en situación de calle hasta causarle la muerte, conmocionando a la ciudad nortina y exponiendo la vulnerabilidad extrema en que viven muchas personas en situación de calle.
Milton Domínguez, a quien su familia llamaba cariñosamente el “Pajarito”, era técnico en paneles solares y llegó a Chile buscando nuevas oportunidades. Tras una infección que derivó en la amputación de una de sus piernas, quedó en la calle y se vinculó al Hogar de Cristo, donde fue acogido y acompañado.
Este horror no ha quedado impune. La reciente sentencia por homicidio calificado representa una reparación simbólica para su familia y un precedente relevante para el país. El fallo reafirma que toda vida tiene igual valor, sin importar su origen, condición socioeconómica o situación migratoria. También reafirma que la brutalidad con la que actuaron y el poco valor de la vida humana no nos puede dejar indiferente.
La sentencia condenatoria —luego de un proceso largo y doloroso— es un mensaje claro: la justicia debe proteger con igual rigor a quienes enfrentan pobreza, discapacidad o migración forzada. Estas condiciones no pueden convertirse en factores que reduzcan la respuesta institucional frente a la violencia.
Además de justicia, en este caso asoma la humanidad. Desde el Hogar de Cristo valoramos la fuerza de su hermana Nancy Domínguez, quien, aun en medio del duelo, sostuvo que “no hay odio, solo deseo de justicia y dignidad”.
Hoy, con la sentencia dictada, Nancy dice que compadece a las familias de los culpables. “Vi a uno de los asesinos de mi hermano en el tribunal. Un niño joven que se desgració la vida para siempre. No sólo la de él. Yo me imagino el sufrimiento de su familia y sé que seguramente están sufriendo más que nosotros, porque nuestro familiar murió, de manera brutal, pero descansa en paz. En cambio, el de ellos pasará toda su juventud en la cárcel. Nosotros no buscamos venganza, sólo justicia”.
Su actitud inspira y nos recuerda el sentido de nuestra misión.
El caso de Milton debe impulsarnos como país a mejorar la protección de quienes viven en calle y a garantizar que su dignidad y derechos nunca dependan de su nivel de vulnerabilidad. Como Hogar de Cristo, reafirmamos nuestro compromiso de acompañar, acoger y visibilizar estas historias, para que nadie quede atrás.
Por Liliana Cortés, directora social del Hogar de Cristo




