En Chile, la confianza se ha transformado en un recurso político y social escaso. El Estudio Nacional de Opinión Pública del CEP (2025) refleja que solo un 3 % de las personas confía en los partidos políticos y apenas un 8 % en el Congreso. En contraste, el Gobierno alcanza un 18 % aprox, mientras que las municipalidades y las figuras de alcaldes y alcaldesas presentan niveles de confianza relativamente más altos que las instituciones nacionales, aunque sin superar la barrera de la mayoría ciudadana. Del mismo modo, las organizaciones comunitarias, como juntas de vecinos, gozan de una legitimidad mayor, consolidándose como espacios de referencia y proximidad para la ciudadanía. Esta brecha no es un simple síntoma de desencanto, sino la evidencia de que las personas buscan cercanía, coherencia y respuestas concretas a sus problemas de la vida cotidiana.
En este contexto, los territorios se convierten en un termómetro decisivo para las próximas elecciones, en los que se pondrán a prueba las capacidades de quienes logren demostrar gestión local efectiva, cercanía con las comunidades y liderazgo sustentado en la transparencia. El capital político ya no se construye desde la retórica centralista, sino desde la experiencia concreta que la ciudadanía observa en su vida diaria.
Chile necesita recuperar lo que podríamos llamar una confianza proximal: Aquella que se gesta en lo cotidiano, que se fortalece en el trato directo y que se consolida en los espacios sociales.
Apostar por los territorios no significa renunciar al proyecto nacional, sino reconocer que solo desde la proximidad y la experiencia compartida se puede reconstruir la confianza en un sistema democrático altamente fragilizado.
El gran desafío no radica únicamente en elegir autoridades, sino en restaurar la confianza como fundamento de la democracia. Si la política logra reconectar con los territorios, demostrar resultados concretos y escuchar la voz de las comunidades, abrirá un camino para recomponer el vínculo quebrado entre ciudadanía e instituciones en pro a recuperar este ámbito importante que permite contar con grados de credibilidad, seguridad y fortalecimiento institucional.
Por Samuel Erices, Trabajador Social y académico U. Central