Hace algunos días atrás, en la Universidad de Atacamaa inauguró un nuevo espacio llamado “Juegos y Calma”, que promueve la conciliación entre la vida universitaria, laboral y familiar en esta comunidad educativa. Según destaca su propio rector, Forlín Aguilera, este espacio busca contribuir a la equidad de género y a una educación de calidad, sumándose a otras iniciativas que tienen el mismo espíritu.
Lo anterior está en consonancia con lo que se espera lograr a través de la Ley N° 21.645, promulgada en Chile en diciembre de 2023, la cual establece un marco legal para promover la conciliación de la vida personal, familiar y laboral, con el objetivo de avanzar hacia un trabajo decente y equitativo. Dicha ley entrega un reconocimiento a quienes realizan un trabajo de cuidado no remunerado, establece el derecho al trabajo a distancia o teletrabajo, permite la modificación transitoria de las jornadas laborales, promueve la corresponsabilidad social en el plano de las tareas domésticas y de cuidado, y procura sensibilizar a empleadores en una cultura organizacional de conciliación trabajo y familia.
En contextos escolares, ¿será posible generar prácticas orientadas a favorecer la conciliación trabajo-vida familiar, y con ello, avanzar en el terreno de contribuir hacia el bienestar de los y las trabajadoras del ámbito educativo?
La Política Nacional de Convivencia Educativa 2024–2030 en Chile y la Ley de Conciliación de la Vida Personal, Familiar y Laboral pueden vincularse de manera estratégica, ya que ambas comparten un enfoque centrado en el bienestar integral de las personas dentro de sus comunidades educativas y laborales.
La política educativa promueve el cuidado colectivo como principio central para construir comunidades educativas inclusivas y garantes de derechos. En ese sentido, reconoce que el cuidado no es solo una responsabilidad individual, sino una tarea compartida institucionalmente. Generar políticas de cuidado del trabajador en la organización escolar favoreciendo la conciliación trabajo familia plantea nuevos desafíos, que llevan a pensar nuevas estructuras organizacionales y, por qué no, nuevas formas de abordar la enseñanza.
La política educativa incorpora el aprendizaje socioemocional y la salud mental como pilares para mejorar la convivencia escolar. En esta línea directivos, docentes y asistentes de la educación son actores relevantes a quienes se debe favorecer preventivamente en la reducción de las condiciones que favorecen el estrés laboral, favoreciendo su salud mental y emocional. ¿Como hacerlo? Pensar en la gestión y la organización de la escuela, y atender a los diversos factores psicosociales que impactan sobre la vida de sus actores es una vía posible.
En fin, avanzar hacia una ética del del cuidado mutuo en la organización escolar implica generar paulatinamente una cultura que tiene dentro de sus bases institucionalizar nuevas formas de gestionar la escuela y en general las maneras de convivir armónicamente en ella.
Por Dr. Ricardo Jorquera Gutiérrez, Académico Dpto. de Psicología Universidad de Atacama, Investigador responsable del proyecto “A Convivir se Aprende” Región de Atacama