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Concentración de dióxido de azufre: Qué dice la norma chilena y por qué está lejos de los estándares internacionales

Los expertos enfatizan en que pese a que la fundición Codelco Ventanas efectivamente cumple con la norma, de todas formas se han generado episodios que afectan a la salud de la población.

El anuncio del cierre progresivo de la Fundición Codelco Ventanas no sólo trajo como consecuencia inmediata el rechazo y paralización de 30 horas de los Trabajadores del Cobre, sino que también reabrió el debate por la actual normativa que regula las emisiones y la distancia que tiene el país con los límites internacionales.

La ministra de Medio Ambiente, Maisa Rojas, afirmó el domingo que la contaminación es producida por diversos elementos contaminantes, y que la fundición Ventanas aporta el 62% del SO2 (dióxido de azufre) al ambiente. El SO2 es un gas incoloro de olor penetrante que se genera como resultado de la quema de combustibles fósiles (carbón y petróleo) y la fundición de menas que contengan azufre.

“Si deja de funcionar va a mejorar al menos el riego de intoxicaciones por ese contaminante. No soluciona todo el problema, pero es un avance”, remarcó la secretaria de Estado en su cuenta de Twitter.

¿Por qué no soluciona todo el problema? Algunas respuestas las detalla el académico de la Universidad Católica y experto en minería, Gustavo Lagos en una carta enviada a El Mercurio y recogida por el propio Presidente Boric para reforzar los argumentos a favor del cierre de la fundición.

En el texto, Lagos recuerda que desde que se construyó la división en 1964, ésta emitía a la atmósfera “todos los gases de azufre y las partículas”, pero que desde 1992 se avanzó en ir capturando sus emisiones aéreas en forma progresiva. El dilema de fondo es que pese a que la fundición cumple con la normativa chilena, igualmente se generan episodios que terminan por afectar a la salud de la población de la zona, es decir, no sería suficiente.

Por eso, la apuesta sería avanzar hacia la normativa internacional, como la de la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) que son más exigentes. Pero aquí aparece, a juicio de Lagos, otro problema: el que Chile logre equipararlas, es costoso, e incluso implicarían “tener que desmantelar toda la fundición Ventanas y construir una nueva; no hay forma de llegar a la regulación nacional exigente con las actuales instalaciones”, según afirmó en EmolTV.

Es más, a juicio de Lagos, el plan de US$50 millones por el que continúan empujando los trabajadores para avanzar en una modernización que permita seguir cumpliendo con la normativa ambiental, no es más que un “parche curita”.

Normativa chilena

Según los datos que aportó al debate público el ex ministro de Medio Ambiente, Marcelo Mena, previo a las intoxicaciones masivas de estas últimas semanas, se alcanzó el peak más alto desde 2018, con 1.200 microgramos por metro cúbico (ug/m3) por una hora. Y afirmó como referencia que el SO2 es un “oxidante potente que puede causar daño agudo al sistema respiratorio en exposición de 500 ug/m3 por 10 minutos”.

El decreto 104 del Ministerio del Medio Ambiente (promulgado en 2018 y publicada en 2019), que establece la Norma Primaria de Calidad del Aire para dióxido de azufre (SO2), apunta, precisamente, a la forma en que se mide este componente en las emisiones con el objetivo de “proteger la salud de las personas de los efectos agudos y crónicos generados por la exposición del dióxido de azufre en el aire”.

Así, se establece que la norma horaria de calidad de aire para dicho elemento es de 350 ug/m3. También detalla que los niveles de emergencia ambiental de SO2 “son alcanzados cuando el valor del índice ICAGSO2 (índice de calidad de aire de gases referido al dióxido de azufre) es igual o mayor a 200, es decir, cuando la concentración de 1 hora de dióxido de azufre es igual o mayor a 500 ug/m3“.

Dichos niveles de emergencia expresados como concentración de 1 hora se dividen en tres: Alerta, cuando la concentración oscila entre 500 y 649 ug/m3N; Preemergencia, cuando oscila entre 650 y 949 ug/m3N; y Emergencia cuando alcanza los 950 ug/m3N o superior.

Un instructivo de 2019 de la Seremi del Medio Ambiente de Valparaíso, detalla además que se considera un peak del dióxido de azufre cuando se genera “un aumento brusco en las concentraciones de SO2, de corta duración, que se registra en alguna de las estaciones de la red, superando la norma horaria de 350 ug/m3 y puede llegar a niveles de alerta, preemergencia e incluso emergencia”.

Además, destaca que normalmente estos peaks “son más intensos entre abril y septiembre, y se producen durante la noche o en las primeras horas de la mañana”; los que pueden generar “malestar, dolor de cabeza o picazón en la garganta” y “las concentraciones que superan la norma (350 ug/m3 podrían tener efectos en la población más sensible, mientras que niveles de Alerta, Preemergencia o Emergencia podrían tener un mayor alcance”.

Directrices internacionales

En 2021, la OMS actualizó las directrices que fijan los índices para el material particulado, el ozono, el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre. Este último, tuvo una reducción de 125 ug/m3 a 40 ug/m3 promedio por 24 horas. En tanto, para 10 minutos, la norma permite 500 ug/m3 de concentración, debido a que para estos tiempos promedios cortos “no se han vuelto a evaluar y siguen siendo válidas”.

El organismo internacional detalla además que el SO2 “puede afectar al sistema respiratorio y a las funciones pulmonares, y causa irritación ocular. La inflamación del sistema respiratorio provoca tos, secreción mucosa y agravamiento del asma y la bronquitis crónica; asimismo, aumenta la propensión de las personas a contraer infecciones del sistema respiratorio”.

Agrega que “los ingresos hospitalarios por cardiopatías y la mortalidad aumentan en los días en que los niveles de SO2 son más elevados. Cuando el SO2 se combina con agua forma ácido sulfúrico, el componente principal de la lluvia ácida, que es una de las causas de la deforestación”.

En el caso de Estados Unidos, la Environmental Protection Agency (EPA) establece límites denominados “normas nacionales de calidad del aire ambiental”. En el caso del dióxido de azufre, se considera bueno para 1 hora en los rangos de 0-31 ppb, es decir, 91.7 ug/m3; será moderado para valores entre 36-75 ppb, es decir, hasta 196,5 ug/m3 (valor utilizado como norma).

Además, lo considera poco saludable para grupos sensibles cuando el indicador por hora está entre 76-185 ppb, es decir, hasta 484,7 ug/m3; dañino para la salud en valores entre 186-304 ppb, equivalente a 796,48 ug/m3.

En definitiva, el margen entre Chile (350 ug/m3 por hora) sigue estando muy lejos de los límites que recomienda la EPA (196 ug/m3 por hora) y el máximo para 24 horas de la OMS (40 ug/m3).

Fuente: Emol

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