Desde hace varias décadas, existen equipos de científicos que estudian los virus de los murciérlagos para saber si podrían generar una pandemia como la actual del covid-19.
El coronavirus continúa teniendo muy despistada a la comunidad científica. Su dudoso origen, además de su capacidad de contagio -sumando ya casi 300.000 víctimas en todo el mundo-, hacen que los expertos se afanen por tratar de investigar cómo surgió, pues podría dar una pista de cómo combatirlo. Sin embargo, lo que no mucha gente sabe es que desde hace varias décadas, existen equipos de expertos que se encargan de cazar murciélagos para analizar este tipo de virus.
Estos expertos se encargan de acudir a diferentes cuevas en el mundo, especialmente en Asia -más concretamente, en China y Malasia- donde, con grandes redes, cazan murciélagos -o, incluso, roedores- para llevarlos al laboratorio. Allí, lo que hacen no es más que analizar si contienen algún tipo de virus y si este es conocido o no: una vez se descubre uno nuevo, se estudia genéticamente con el objetivo de estudiar su poder y si podría generar una hipotética pandemia.
“Lo que hemos tratado de hacer durante los últimos diez años es identificar nuevos virus antes de que entren en poblaciones humanas. Si podemos identificarlos, determinar cuál es su nivel de actividad y cuáles son las amenazas que representan para las poblaciones humanas, podemos trabajar con los gobiernos locales para tratar de evitar nuevos brotes“, explica en un amplio reportaje de ‘BBC Mundo’ Marc Valitutto, experto del Instituto Smithsonian de EEUU.
Desde hace décadas, los científicos son conscientes de que el murciélago es uno de los animales con más capacidad para transmitir enfermedades. Su especial sistema inmunológico hace que no se contagie, pese a ser portador, pero sí puede hacer enfermar a otros animales, entre ellos, al ser humano. En el caso del covid-19, no se sabe si el virus saltó del murciélago a nuestra especie o, si por el contrario, otro animal intermedio terminó de modificar genéticamente el virus.
“Al ser mamíferos que vuelan, han desarrollado un sistema inmune y metabólico que los ha preparado para combatir diferentes enfermedades. Entonces, han desarrollo evolutivamente una capacidad de vivir con los virus sin ser afectados por ellos. Pero, al final, las pandemias no son resultado de los animales, sino de personas que continúan destruyendo los ecosistemas donde viven, buscan contacto con la vida silvestre o la amenazan con la urbanización, la expansión agrícola, los viajes y el comercio”, opina Jon Epstein, uno de los ecólogos más reputados del mundo.
Origen y dudas
Según un estudio de la Universidad de California (EEUU), existen más de 1,6 millones de virus que a día de hoy no conocemos, viviendo todos ellos en el interior de mamíferos y aves de diferentes especies. Estos mismos expertos calculan que menos de 840.000 tendrían la capacidad de infectar al ser humano, y, de ellos, solo un porcentaje muy reducido serían capaces de crear pandemias a nivel mundial como la provocada por este coronavirus.
No hay que irse muy lejos para saber el poder que pueden tener estos virus: el actual covid-19, el ébola, el SARS, el MERS, el dengue o el zika, entre algunos otros, eran virus que provenían de animales y terminaron por contagiar al ser humano. Pero la duda sobre el coronavirus radica en que, tras el estudio de su genoma, la coincidencia más cercana que se ha encontrado es del 96,2 % con respecto a un virus encontrado un murciélago, concretamente en las cuevas de China en el año 2013 por el equipo de Epstein.
¿Qué significa esto? Pues que este 3,8% de genoma diferente puede significar varias cosas: que el murciélago infectara a otro animal y que el virus haya evolucionado genéticamente dentro de este hasta llegar a los humanos; o, por el contrario, que el virus nunca haya salido del murciélago y haya evolucionado con respecto a aquel que se encontró. Es decir, que aquel de 2013 no sea más que un ‘pariente lejano’ de este actual coronavirus.
Pero en el caso del murciélago, el foco de contagio puede ir más allá que el propio animal: el guano, ese elemento tan apreciado para actividades como la agricultura por su poder fertilizante o, incluso, las garrapatas que habitan en su cuerpo podrían ser transmisoras del virus. Por ello, los cazadores de murciélagos se afanan en investigar posibles virus nacidos en el interior del murciélago y, con ello, trabajar para frenar la actual hipotética pandemia y evitar otras futuras. Quién sabe si en unos meses un científico podrá encontrar el origen exacto de este virus.
Fuente: Elconfidencial.com