Cada 26 de octubre, la Región de Atacama se toma un respiro. No para detenerse, sino para mirarse con cariño, con memoria, con orgullo. Es el Día de Atacama, una jornada que no solo conmemora hechos históricos, sino que también reafirma lo que significa ser parte de este territorio: una mezcla de esfuerzo, cultura, raíces profundas y futuro compartido.
La fecha no fue escogida al azar. A lo largo de los siglos, el 26 de octubre ha sido testigo de momentos clave que han marcado el rumbo de Atacama y del país. Desde la llegada de Pedro de Valdivia al valle de Copiapó en 1540, cuando realizó la llamada “toma de posesión de Chile”, hasta la creación del municipio de Alto del Carmen en 1979, este día ha sido protagonista de la historia.
En 1833, el puerto de Chañaral fue oficialmente reconocido como ciudad, consolidando el norte chileno y abriendo paso a la exploración del desierto, que más tarde sería vital para el auge salitrero y minero. Décadas después, en plena Guerra del Pacífico, el Batallón Atacama recibió su estandarte, símbolo de coraje y pertenencia, antes de embarcarse en el histórico desembarco de Pisagua.
También hay memoria obrera en esta fecha. En 1952, nació en Tierra Amarilla el primer sindicato de pirquineros de la provincia, el más antiguo de la región. Una organización que encarnó la fuerza de los trabajadores del subsuelo, esos que han sostenido con sus manos la riqueza de Atacama.
Y en el valle del Huasco, el año 1979 marcó el inicio del municipio de Alto del Carmen, un hito que permitió fortalecer la identidad local y dar espacio al resurgimiento de la etnia diaguita, reconocida por su legado cultural y su vínculo con la tierra.
En otros hitos importantes para Atacama, un 26 de octubre de 1981 se funda la Universidad de Atacama, siendo esta la universidad pública, heredera de la Escuela de Minas de la Universidad Técnica del Estado y además, un 26 de octubre el día en que fijan los límites de la región de Atacama.
La instauración oficial del Día de Atacama llegó el 17 de octubre del año 2000, gracias a una propuesta del Grupo de Estudios de Atacama (GEA), que fue aprobada por unanimidad por el Consejo Regional (CORE), bajo el acuerdo N° 8. El objetivo era claro: rescatar la historia regional, fortalecer el sentido de pertenencia y dar valor al “ser atacameño”.
Hoy, más de dos décadas después, la fecha sigue viva. No como una efeméride más, sino como un espejo donde Atacama se reconoce, se celebra y se proyecta. Porque como bien dicen por acá, “el que no sabe de dónde viene, difícilmente sabe hacia dónde va”.




