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Amarillos, Demócratas, Libres y diez más: Los movimientos que buscan ser partidos en un escenario político ya fragmentado

A pesar de que no están de moda y un ínfimo porcentaje de la población milita en ellos, el proceso constituyente y el resultado del Plebiscito hicieron proliferar aún más partidos y movimientos en un sistema que, según dicen los académicos, ya está fragmentado y tensiona la gobernabilidad.

Solo en los últimos dos meses aparecieron cinco colectividades más en la lista de partidos en formación o en trámite que maneja el Servicio Electoral. Una particularidad: todos se dicen de “centro”. Los más conocidos tal vez son los dos que mayor exposición tuvieron durante la campaña para el 4 de septiembre: Amarillos por Chile, presidido hoy por el escritor Cristián Warnken, y Demócratas, liderado por la senadora ex DC Ximena Rincón.

Pero también está inscrito “Libres”, conocido por la campaña “Not Apruebo” y dirigido por el ex Amplitud Lucas Blaset. Este es un partido que se define como liberal -tiene como lema “todas las libertades, todo el rato”- y, cuando era movimiento, apoyó a Sebastián Sichel en la carrera presidencial.

Esta semana se sumó el Partido Social Cristiano, dirigido por el ex constituyente evangélico Luciano Silva, ex militante de RN. Este, según Silva, apunta a llenar un vacío en el centro que dejó la Democracia Cristiana.

Y cierra la lista el Partido Fuerza de la Muchedumbre, una colectividad “pro ciudadanos, pro retiros y anti corrupción”, dirigida por Felipe Corvalán, que fue candidato a diputado de Centro Unido, el partido del Doctor File.

Según el académico de Sociología de la U. de Chile, Octavio Avendaño, esta proliferación responde a que lo ocurrido con el Plebiscito abrió la oportunidad de fortalecer el centro político.

“Demostró que el conjunto de la población está más bien por una propuesta moderada y eso despertó el interés por crear referentes que representen a un sector que estaba un tanto abandonado. El centro en los últimos años se había debilitado, no tenía prácticamente representación, coincidiendo con la crisis de la DC y otros partidos que siempre tendieron más hacia ese sector”, explica Avendaño.

La académica UC e integrante de la Red de Politólogas, Julieta Suárez-Cao, remarca el componente del rol de las élites en la mayoría de estos casos. De acuerdo con la politóloga, “en este caso particular responde a decisiones estratégicas de las élites. No son bases sociales u organizaciones que se unen para formar un partido. Esta proliferación responde a que estamos todavía en un contexto de altísima crisis de representación y las decisiones estratégicas de las élites ante este contexto tan volátil en términos electorales”.

El extenso escenario de partidos políticos

En total hay nueve colectividades en formación -que deben buscar firmas en al menos tres regiones contiguas u ocho separadas- aunque varias de ellas son reconstituciones de organizaciones previas que tuvieron que ser disueltas por sus malos resultados electorales. Entre estas están el Partido Humanista y el Partido Ecologista Verde.

Además, están en esta situación el Partido Libertario de Chile -con referentes como Axel Káiser o el diputado argentino Javier Millei-, Fuerza Popular de Chile, Acción Humanista -nacido de una escisión del PH- y los mencionados anteriormente, menos Demócratas, que está en trámite.

En trámite, o sea, que han presentado su escritura ante el Servel pero están en estudio o tienen reparos que no han sido subsanados aún, hay otros cuatro: Patria Progresista, continuador del PRO, que fue disuelto; Alianza Verde Popular; Demócratas -el que lidera Rincón- y Nuevo Tiempo. Aún está pendiente en el registro del Servel “Transformar Chile”, el partido definido como “antineoliberal” que impulsa el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, con ex convencionales de la Coordinadora Plurinacional.

Estos 13 registrados se suman a los otros 15 que ya están constituidos, que concentran a los 428.937 militantes que existen y mantienen representación parlamentaria, entre los que están los históricos como el Partido Socialista o la UDI y Renovación Nacional, pero también donde aparecen el Partido de la Gente, Partido Republicano, Comunes y Revolución Democrática, de la última década.

El peligro de la fragmentación

La cantidad de partidos y la poca correlación con los militantes tiene que ver con lo que los académicos denominan la crisis de representatividad del sistema y su excesiva fragmentación.

“La fragmentación en el espectro de la centroizquierda principalmente o hacia el centro, se viene registrando hace bastante tiempo como consecuencia de una situación general de debilitamiento que experimentaron los partidos, pérdida de arraigo y debilitamiento organizativo. Otro fenómeno que acompaña la fragmentación es la desnacionalización. Hoy no tenemos partidos que tengan la capacidad de tener presencia en todas las comunas a nivel nacional”, dice Avendaño.

Esto, a su juicio, es una situación que se ha ido acentuando con el tiempo y que da cuenta de una crisis “bastante severa”. “Esta crisis es organizativa y al mismo tiempo se ve reforzada con la falta de propuestas y con pugnas más bien de tipo personalistas, entre las dirigencias o quienes asumen funciones directivas y a su vez funciones en el Congreso Nacional”, explica.

“Esto genera un problema serio desde el punto de vista de la representación política y genera un problema serio en términos de gobernabilidad: es imposible gobernar con tantos partidos. Es imposible que funcione una coalición de gobierno que está fragmentada”, remarca Avendaño.

Por este motivo, distintas voces de la Academia e incluso de la política han abogado en los últimos años por un “fortalecimiento” de los partidos políticos, que aún no se ha concretado, y que tendría que implicar mayor crecimiento y mayor arraigo en los territorios y distintos sectores de la población. Por ejemplo, en esta línea se ha propuesto aumentar el umbral de votos que debe tener un partido para existir.

Suárez-Cao, en tanto, hace otro punto: la fragmentación no necesariamente es negativa si los partidos representan a valores o intereses que antes no estaban representados, porque ahí tendrían un impacto positivo en esa representación.

“Ahora, esto es solo así si estos partidos realmente están representando grupos, intereses o bases sociales. Mi impresión es que en Chile los partidos siguen estando profundamente desconectados de la ciudadanía, tanto de izquierda, derecha y centro, y en este caso esta fragmentación parece ser más de élites que realmente nuevos partidos que sean vehículos de inclusión de intereses que antes no estaban representados en nuestras instituciones”, plantea la politóloga.

“En ese caso, la fragmentación no es positiva, porque no conlleva a restaurar el lazo representativo que es lo que está profundamente debilitado en Chile y tiene un impacto muy fuerte en el país sobre la legitimidad de nuestras instituciones democráticas”, señala.

No obstante, la académica UC remarca que la fragmentación no es el problema principal del sistema chileno. “No es si hay muchos o pocos partidos, el problema es que los partidos que están y los nuevos que se crean parecieran no tener grandes vínculos con la ciudadanía. Eso es complejo, porque entonces la ciudadanía se siente desafectada del sistema, lo empieza a percibir como ilegítimo y queda disponible para otras situaciones, quizás no democráticas”, concluye.

Fuente: Emol

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