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Aclarando mitos: ¿Los niños pueden entrenar fuerza?

Durante décadas, se repitió sin evidencia que los niños no debían entrenar fuerza. Se decía que podía dañar sus huesos, afectar el crecimiento o producir lesiones irreparables. Hoy, esa idea ha sido superada por la ciencia. Lejos de ser peligroso, el entrenamiento de fuerza en niños y adolescentes (cuando es bien diseñado y supervisado) es seguro, altamente beneficioso y promotor de salud integral.

Numerosos estudios han demostrado que fortalecer desde edades tempranas mejora la densidad ósea, estimula el desarrollo muscular, corrige posturas deficientes y mejora el rendimiento motor. Además, disminuye el riesgo de lesiones en otras disciplinas, potencia la autoestima y combate el sedentarismo desde la raíz. No hablamos de levantar pesas como adultos ni de entrenamientos extremos, sino de incorporar estímulos apropiados, con el cuerpo como resistencia o usando implementos ligeros y progresivos.

Los grandes consensos científicos coinciden: niños desde los 6 u 8 años pueden entrenar fuerza de manera segura, siempre que el proceso esté guiado por profesionales del deporte capacitados, con técnica correcta, adecuada progresión y énfasis en la calidad del movimiento más que en la carga. De hecho, muchos de los problemas actuales ,como el aumento del sobrepeso infantil o las alteraciones posturales, podrían prevenirse si el entrenamiento de fuerza fuera parte de los programas escolares o comunitarios desde edades tempranas.

El entrenamiento de fuerza no solo es compatible con la infancia; es deseable. Es una herramienta educativa, formativa y preventiva. El mito de que “detiene el crecimiento” o “hace daño” ha sido descartado con evidencia concreta. Lo que sí puede ser perjudicial es la improvisación, el exceso o la falta de supervisión. Pero esos riesgos no son exclusivos de la fuerza, sino de cualquier actividad física mal dirigida.

Nuestro deber como formadores y como sociedad es ofrecer oportunidades seguras para que los niños se desarrollen de forma completa. El movimiento no solo se enseña, se acompaña. Y el entrenamiento de fuerza, bien entendido, es parte de ese camino. Prohibirlo por mitos antiguos es negarle a la infancia una herramienta poderosa de salud y desarrollo.

Por Frano Giakoni Ramírez, director carrera Entrenador Deportivo UNAB.

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