Durante tres emotivas jornadas, la comunidad católica de Caldera rindió homenaje a los 80 años de la pascua del recordado Fray Crisógono Sierra y Velásquez, más conocido como el “Padre Negro”. Las actividades incluyeron tertulias, expresiones artísticas, eucaristía y la tradicional romería, con un enfoque centrado en mantener viva su huella espiritual y social.
El homenaje inició con una tertulia organizada por la agrupación “Laicos por la Canonización del Padre Negro”, realizada en el salón parroquial San Vicente de Paul. Allí, familiares del sacerdote franciscano viajaron desde Colombia —su tierra natal— para compartir recuerdos y vivencias. La conversación abordó la infancia y juventud de Fray Crisógono, presentada por Gabriel Vanegas de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, vía online. El Padre Nelson Barrientos complementó la jornada con reflexiones sobre la formación religiosa del homenajeado.
La segunda jornada se vivió en el frontis de la Gruta de Lourdes, con una velada artística que reunió voces de Atacama y talentos comunales.
Mientras que el cierre de la conmemoración se vivió con una misa en la iglesia San Vicente de Paul, presidida por el Obispo Ricardo Morales y el cura Juan Barraza. Luego, una romería se dirigió al cementerio, acompañada por el baile religioso “Padre Negro”. Algunos asistentes compartieron conmovedores testimonios sobre cómo el sacerdote franciscano habría influido en sus vidas como signo de sanación ante enfermedades graves.
Sobre la actividad, Bernardo Tornini, integrante de la agrupación laica, sostuvo la génesis de la iniciativa y lo que se fueron encontrando mientras estaban organizando la actividad.
El legado del Padre Negro va más allá de lo religioso. Se le atribuyen hechos milagrosos, como bilocación y capacidad de profecía. Pero también se le recuerda por sus obras: impulsó la construcción de la Iglesia Nuestra Señora de La Candelaria y dedicó su vida a misionar en los poblados mineros y caletas, montado en su caballo blanco —donado por la familia Vergara del Pueblo de San Fernando— llevando consuelo a los enfermos y esperanza a quienes más lo necesitaban.
Sobre su vida, el Obispo de Copiapó, Monseñor Ricardo Morales, destacó la trayectoria espiritual del Padre Negro y las acciones que se están realizando en la Santa Sede para poder iniciar una investigación para una probable futura beatificación.
El padre Negro marcó la vida de muchos calderinos. Al llegar al puerto, los feligreses lo recibieron con afecto. Fue él quien, con sus propias manos y la ayuda de vecinos, comenzó a construir la Gruta de Lourdes. Su muerte en julio de 1945 generó una conmoción profunda; aunque se había decidido trasladar su cuerpo a Copiapó, el pueblo se levantó en una emotiva defensa de su derecho a descansar en tierra calderina. El comercio cerró y una columna humana lo acompañó hasta el cementerio.
Guillermo Sierra, familiar directo del párroco invitado directamente desde Colombia, quien manifestó su emoción por el cariño.