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A 22 años de su partida: Copiapó recuerda la labor pastoral y social de Fernando Ariztía Ruiz

Este 25 de noviembre se cumplen 22 años del fallecimiento de Fernando Ariztía Ruiz, Obispo de Copiapó entre 1976 y 2001, figura profundamente ligada a la historia reciente de Atacama.

Este 2025 coincide además con el centenario de su nacimiento, ocurrido el 27 de mayo de 1925, fecha que invita a recordar su trayectoria pastoral y social, marcada por una fuerte cercanía con las comunidades y por su rol en la defensa de la dignidad humana.

Nacido en Santiago, Ariztía realizó sus estudios en el Seminario Pontificio y en la Pontificia Universidad Católica de Chile y en 1967 fue consagrado obispo auxiliar de Santiago por el cardenal Raúl Silva Henríquez.

En octubre de 1973 asumió como co-presidente del Comité Pro Paz, organismo ecuménico destinado a brindar apoyo y acompañamiento a personas perseguidas durante la dictadura. Esta etapa lo consolidó como un firme defensor de los derechos humanos, labor que continuaría desde Copiapó.

En diciembre de 1976, el Papa Pablo VI lo designó Administrador Apostólico de Copiapó, asumiendo la conducción de una diócesis que encabezaría por 25 años.

En Atacama, Ariztía impulsó un trabajo pastoral fuertemente ligado a las comunidades, con énfasis en el acompañamiento social, la educación popular y la promoción de la dignidad humana.

Para su celebrar su legado, Doris Pons, encargada de Comunicaciones del Obispado de Copiapó, comentó que durante esta jornada se realizó una misa solemne en su honor, donde la comunidad religiosa se reunió para rendir homenaje a quien fuera obispo de la capital regional.

Su liderazgo se hizo especialmente visible durante los años de la dictadura, periodo en el que es recordado por su defensa a los derechos humanos.

Al cumplir 75 años presentó su renuncia a la diócesis, la que fue aceptada y tras dejar Copiapó, continuó ejerciendo labores pastorales como párroco en la Diócesis de Osorno.

Pero, al ser diagnosticado con una enfermedad terminal, decidió regresar a Copiapó, donde quiso pasar sus últimos días junto a la comunidad, falleciendo el 25 de noviembre de 2003.

El impacto de su muerte reunió en la ciudad a autoridades nacionales, entre ellas el entonces presidente Ricardo Lagos, y a miles de personas que colmaron las calles en su despedida.

Su último deseo fue dar una vuelta por la Plaza de Copiapó y, a petición suya, quienes asistieron participaron llevando alimentos destinados a familias vulnerables. Hoy sus restos reposan en el mausoleo de la Catedral de Copiapó.

Su nombre permanece registrado en diversas instituciones vinculadas a la defensa de los derechos humanos, entre ellas la Fundación de Documentación y Archivo de la Vicaría de la Solidaridad, donde se reconoce su participación en los primeros años de esa labor eclesial.

A dos décadas de su partida y a cien años de su nacimiento, Copiapó continúa recordando a Fernando Ariztía Ruiz como un pastor cercano, un referente moral y un defensor de la dignidad humana, cuyo legado permanece vivo en la memoria de la comunidad atacameña.

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