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Comunidad de Totoral fortalece la agroecología en olivicultura y establece línea base para la recuperación sustentable de huertos

Un importante avance para la producción olivícola de la Región de Atacama se concretó en la localidad de El Totoral, comuna de Copiapó, donde se realizó un taller orientado a fortalecer capacidades en agroecología aplicada a la olivicultura. La actividad se desarrolló en el marco del Programa Transferencia Tecnológica para Mejorar la Rentabilidad Agrícola de la Agricultura Familiar Campesina (AFC) de la Región de Atacama, ejecutado por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA Intihuasi, en la línea de trabajo dedicada a la recuperación de huertos que producen olivos con baja huella de carbono.

El encuentro tuvo como propósito definir y socializar los conceptos fundamentales de las bases agroecológicas, mediante la metodología de Nichols y Altieri, que permite analizar prácticas del productor en ámbitos como biodiversidad, suelo, agua y reciclaje de nutrientes, permitiendo identificar fortalezas y brechas para planificar mejoras y avanzar hacia sistemas más sustentables.

El profesional a cargo del taller, Carlos Alfaro, destacó que fue necesario adaptar la metodología al contexto particular del territorio. “La metodología original fue diseñada para policultivos diversos. En la localidad de El Totoral (comuna de Copiapó) predominan pequeños productores de aceitunas de mesa con olivares centenarios en un sistema árido, con suelos de reacción moderada a fuertemente salinos. Además, la producción está conectada a un humedal local y coexiste con fenómenos únicos como el Desierto Florido, elementos que deben considerarse explícitamente en cualquier diagnóstico”, explicó.

A partir de un diagnóstico territorial previo, se evidenció que muchas prácticas agroecológicas ya se encuentran presentes en los sistemas productivos locales, como la cobertura vegetal, el manejo de la biodiversidad, el uso eficiente del agua y la incorporación de saberes tradicionales, aunque no siempre son identificadas por los propios olivicultores.

En esa línea, Alfaro comenta que la adaptación metodológica permitió reorientar el diagnóstico: “apuntamos a reconocer y valorar la variedad Sevillana como reservorio genético y patrimonio cultural, incorporando además variables edafoclimáticas como la salinidad del suelo y las respuestas fisiológicas del olivo, sin proponer especies no adaptadas”, precisó.

Entre los hallazgos más relevantes, los agricultores valoraron el entorno árido y la interacción positiva con el humedal del oasis. “Reconocieron que el humedal y fenómenos como el Desierto Florido generan sinergias ecosistémicas importantes, como el aumento temporal de polinizadores que benefician al olivar”, señaló el investigador.

Este reconocimiento colectivo abre la puerta a intervenciones que integren conservación y producción, reforzando la resiliencia local.

Respecto a los aprendizajes, Alfaro resaltó la dimensión cultural del proceso. “El principal aprendizaje fue la reafirmación de su tradición y modos de vida vinculados al olivo. Mostraron orgullo por la variedad Sevillana y por la calidad de sus aceitunas. Además, asumieron la protección del paisaje y del humedal como parte de la gestión productiva”, destacó.

El profesional señaló que esta primera intervención permitirá enfocar el trabajo en las áreas más débiles, que, por las características del territorio y del desarrollo tecnológico de la industrialización de aceitunas, son la reducción de la alternancia productiva (“añerismo”), basada en manejo agronómico de huertos, como mejorar la eficiencia de riego, rejuvenecimiento productivo de árboles (poda), uso eficiente de residuos de poda, cosecha oportuna, y en la industrialización, la uniformidad de la calidad del producto obtenido. En este proceso, es clave un manejo sustentable del agroecosistema local, mantener y fortalecer condiciones de equilibrio biológico de huertos, lo cual reducirá el ingreso de plagas y enfermedades y permitirá el control en equilibrio de las ya existentes.

La actividad es parte del proyecto de Agricultura Familiar Campesina, financiado con fondos FNDR Atacama y que realiza el Instituto de Investigaciones Agropecuarias en la Región de Atacama. Contó con la participación de 20 olivicultores y la colaboración del equipo técnico Prodesal Copiapó. En conjunto, generaron un espacio de aprendizaje colaborativo y fortalecimiento de capacidades, instancia clave para avanzar hacia una producción olivícola más sustentable y con identidad local. En esta línea, el equipo proyecta continuar con intervenciones en terreno, acompañar el trabajo en dos parcelas demostrativas y consolidar una línea base que permitirá fortalecer las condiciones productivas de los olivicultores locales.condiciones productivas de olivicultores locales.

FUENTE: Comunicaciones, INIA Intihuasi

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