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¿Y qué tanto con ir a sacarle minerales al Atlas?

El reciente sobrevuelo del objeto interestelar 3I/ATLAS ha revivido un debate que mezcla ciencia, ficción y economía: la minería espacial. Mucha gente pregunta: ¿podríamos lanzar una nave a esa roca y empezar a explotar sus prometidos metales? La respuesta es un rotundo y doble “No”, al menos por ahora.

Primero, el ATLAS no es un objetivo comercial. Es una cápsula del tiempo que viaja a más de 60 km/s. Su valor no son los metales (aunque tenga níquel sin hierro, algo único), sino la información sobre la química del Universo primitivo. Lanzar una misión para alcanzarlo, igualar su velocidad y extraer material sería un costo energético y económico sin precedentes. Simplemente, no es rentable. Se está hablando de ciencia, no de minería.

Aquí es donde entra el verdadero objetivo: el Cinturón Principal de Asteroides (entre Marte y Júpiter). Este sí es un recurso cuantificable, inmenso y estacionario (en comparación con ATLAS).

La Hoja de Ruta Minera: el plan de explotación, que la industria proyecta para la década de 2030-2040, tiene dos fases claras:

1. Fase I: Combustible (década de 2030). El primer recurso en explotarse no será el platino, sino el agua de asteroides carbonáceos (Tipo C) cercanos a la Tierra. Este hielo se convierte en hidrógeno y oxígeno, el combustible necesario para reabastecer misiones. El valor del agua no es su precio en la Tierra, sino el ahorro que supone no tener que lanzarla desde nuestro planeta. Esto establece la infraestructura de la economía espacial.

2. Fase II: Metales (década de 2040 en adelante). Una vez resuelta la logística del combustible, se apuntará a los asteroides metálicos (Tipo M) del Cinturón Principal, ricos en níquel y metales del grupo del platino (MGP). El asteroide 16 Psyche es el ejemplo paradigmático.

La tecnología está avanzando: se ha demostrado el muestreo (OSIRIS-REx). El verdadero cuello de botella es la economía del transporte y la automatización robótica.

La minería espacial es inevitable, no por las rocas fugaces como ATLAS, sino por los millones de cuerpos del Cinturón que, irónicamente, son restos de un planeta que nunca nació, pero que hoy ofrecen la llave para que la humanidad deje de vivir en un solo planeta. El ATLAS es un tesoro para los astrónomos; el Cinturón es el tesoro para los mineros del futuro.

Por Manuel Reyes – académico Facultad de Ingeniería U. Andrés Bello

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