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Gato no puede salir de su casa por orden judicial en Francia: vecino se cansó de sus travesuras

Insólito caso. Un gato no puede salir de su casa por una orden judicial impuesta a raíz del reclamo de un vecino que se cansó de sus travesuras. La dueña del felino corre el riesgo de pagar una millonaria multa si el tierno gato vuelve a pisar suelo prohibido.

Este curioso caso recae en Francia, cuyo protagonista es Remi, un tierno y gordo gato naranja que recibió órdenes de la ley por sus constantes travesuras.

Según Infobae, Dominique Valdés, dueña de la mascota, vive en la ciudad de Agde, un lugar tranquilo que pronto se vio interrumpido por el felino.

Vecino se cansó de las travesuras del gato de su vecina

Y es que Remi fue acusado de dejar huellas en el pavimento fresco, orinar en un edredón y dejar sus necesidades en el jardín. Tal fue las molestias de su vecino que las quejas llegaron a la ley.

Un juez determinó sancionar a la dueña con 1.250 euros ($1.351.900) por daños y costos legales, así como 30 euros ($32.445) adicionales por cada vez que el gato vuelva a cruzar la cerca de la propiedad vecina. Posteriormente, una nueva orden le prohibió a la dueña dejar salir al animal de su casa.

Esto ocurrió a principios del año 2025, pero como el felino, supuestamente, siguió causando problemas, el caso se abrió, por lo que Dominique tendrá una citación el próximo diciembre, donde podría aumentar la multa a 2,000 euros ($2.163.040) y fijar una penalidad de 150 euros ($162.228) por cada nueva infracción.

Dueña de la mascota asegura que Remi está más agresivo y más gordo

Al respecto, Dominique contó a medios franceses que desde la decisión judicial, su gato vive prácticamente bajo arresto domiciliario.

La mujer explicó que lo mantiene dentro de casa para evitar que vuelva a escapar, pero que el encierro ha generado estrés en el animal y alteraciones en su comportamiento.

“Desde el fallo, he mantenido a Rémi en casa. Es muy complicado. Se ha vuelto agresivo y ataca a mi perro“, dijo la mujer, según The Telegraph.

“Para que se calle, suelo darle más comida porque no sé qué más hacer cuando aúlla, así que come más y ha engordado. Ni siquiera puedo dejarlo salir al jardín por miedo a que salte la valla. Es como si estuviera bajo arresto domiciliario, una especie de prisión y un doble castigo”, confesó.

Fuente: BioBioChile

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