Un excepcional fósil hallado en el norte de Caldera está desafiando la visión tradicional sobre la evolución de los perezosos marinos en Sudamérica.
Se trata del esqueleto más completo de un Thalassocnus natans encontrado hasta ahora en Chile, y su análisis permitió a un equipo científico internacional proponer un nuevo y más complejo modelo de evolución para esta especie extinta.
El estudio, liderado por la Dra. Ana Valenzuela Toro del Centro de Investigación CIAHN Atacama, fue publicado este 2 de octubre en la revista científica PeerJ3
El esqueleto fue hallado en depósitos de la Formación Bahía Inglesa, reconocida por su riqueza paleontológica.
Su excelente estado de conservación permitió a los investigadores reconstruir con precisión las adaptaciones anatómicas del Thalassocnus, un perezoso marino que vivió hace entre 8 y 3,6 millones de años.
Estos animales semiacuáticos se alimentaban de vegetación marina en aguas someras y presentaban adaptaciones como huesos densos y extremidades modificadas para nadar y desplazarse en el fondo marino. Se estima que medían entre 2 y 2,5 metros y cumplían un rol ecológico clave.
El hallazgo permitió cuestionar una hipótesis vigente desde los años 90: que las cinco especies conocidas de Thalassocnus habrían evolucionado en secuencia, una reemplazando a otra. En cambio, este estudio sugiere un proceso de coexistencia y diversificación de especies, más complejo y ramificado.
El análisis también arrojó diferencias importantes entre el desarrollo evolutivo del Pacífico Sur y el Pacífico Norte.
Esto porque este último fue hogar de grandes herbívoros marinos como los sirénidos y desmostílidos, en el sur las condiciones ambientales favorecieron especies más pequeñas como Thalassocnus.
En ese sentido, la Dra. Valenzuela destacó el trabajo realizado por quienes fueron parte de este importante descubrimiento científico.
De igual manera, comentó que en CIAHN Atacama se encuentran trabajando en una exposición para destacar la diversa y peculiar fauna que estuvo habitando la región hace millones de años.
Este descubrimiento no solo revela aspectos desconocidos de la paleobiología regional, sino que también destaca la importancia científica del patrimonio fósil de Atacama, una de las zonas más relevantes para entender la evolución de la vida en el océano Pacífico.