La disminución de la libido no aparece en la mayoría de los efectos adversos de la píldora anticonceptiva. Sin embargo, la investigación muestra que puede afectar el deseo sexual —aunque no en todas las mujeres.
Apeksha Shetty, una mujer india radicada en Viena, comenzó a tomar la píldora por razones hormonales. Uno de los beneficios, pensaba, era poder tener relaciones sexuales con su pareja estable sin preocuparse por un embarazo. “Al principio estábamos muy felices de poder tener sexo sin protección”.
Pero las cosas no salieron como esperaba. La píldora que le recetaron detuvo sus períodos por completo y, junto con ellos, contó a DW, desapareció también su deseo sexual.
“Volví al médico y le dije que no quería vivir así”, dijo Shetty. “Le dije que era joven, que tengo una pareja atractiva y quiero tener sexo con él”.
La historia de Shetty no es única. DW habló con al menos media docena de mujeres de diferentes contextos —en África, Asia, Medio Oriente y Europa— que dijeron haber seguido las indicaciones médicas mientras tomaban la píldora. La mayoría afirmó que sus médicos no les habían informado que la píldora podía disminuir la libido y que ese efecto secundario no aparecía en el prospecto.
Autonomía sexual, pero ¿a qué costo?
La relación entre la píldora y el deseo sexual femenino siempre ha sido complicada. La píldora inauguró una nueva era de autonomía sexual, pero para algunas mujeres, las mismas hormonas sintéticas que previenen embarazos también podrían suprimir la libido.
La primera píldora fue aprobada en 1960 por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA). Supuso un paso sin precedentes en la medicina y la planificación familiar: las mujeres podían tener sexo sin miedo a un embarazo no deseado. Con el tiempo, se asoció también con mayor libertad sexual y autonomía corporal. Pero aunque es 99% efectiva como anticonceptivo, no protege contra infecciones de transmisión sexual.
Caso: de “muy fogosa” a cero
Mariel, chipriota residente en Países Bajos, empezó a tomar la píldora a los 20 años. Antes de hacerlo, tenía una libido alta, a menudo se sentía “muy fogosa”, como ella misma lo describió.
“Quería tener más sexo y más seguro”, contó a DW. “Pero al inicio, la mayoría de mis relaciones sexuales no estaban impulsadas tanto por el deseo, sino porque podía tenerlas, casi sin importar mi libido”. Solo más tarde se dio cuenta de que la píldora había reducido su deseo.Una revisión de 36 estudios con más de 13.000 mujeres, publicada en 2013, reveló que alrededor del 15% informó una disminución de la libido al usar la píldora.
No obstante, pocos estudios posteriores han intentado explicar por qué, y los resultados son contradictorios. La falta de comparabilidad puede deberse a las variaciones de la fórmula: la píldora suele contener estrógeno y progestina, pero en diferentes proporciones, lo que produce distintos efectos y efectos secundarios.
En 2016, un ensayo clínico con 340 mujeres asignó aleatoriamente a las participantes a tomar la píldora o un placebo. En general, no se observaron cambios significativos en la actividad sexual, pero las que usaron la píldora reportaron menores niveles de deseo, excitación y placer.
Los investigadores creen que esto puede deberse al efecto de la píldora sobre la testosterona. El anticonceptivo aumenta los niveles de globulina fijadora de hormonas sexuales (SHBG), que se une a la testosterona libre, la cual está vinculada con el deseo sexual. Al quedar “bloqueada”, la libido disminuye.
Caso: sequedad, dolor y psicología
Para algunas mujeres, los efectos negativos no se limitan al deseo, sino también a la excitación física, particularmente la lubricación.
Eso lo vivió la periodista de DW y expsicóloga Shristi Pal. Pal dijo que tomó la píldora para regular sus hormonas, pero notó sequedad vaginal y pérdida de libido.
“También fue psicológico”, explicó. “Temes cualquier actividad sexual si sabes que va a doler. El cerebro te dice que no estás lista”.
Otras mujeres contaron que experimentaron altibajos emocionales con la píldora —sensación de apatía, ansiedad o vulnerabilidad.
Lee*, sudafricana de poco más de 40 años, la dejó tras dos meses porque le desestabilizó el ánimo. “Estaba tan inestable con la píldora que me cambié al dispositivo intrauterino (DIU)”, dijo.
Solo una mujer entrevistada reportó una experiencia positiva constante. Radicada en Canadá y en el anonimato, empezó la píldora para tratar el acné. Años después sigue usándola, ahora como anticonceptivo. “Para mí ha sido genial. Me ayuda a funcionar mejor. Durante mi período, mis hormonas están muy reguladas y, en los días 14 y 15, en cuanto a libido, me siento muy activa”.
Entonces, ¿la píldora reduce la libido?
La respuesta corta: es complicado. La libido está moldeada por múltiples factores —hormonales, psicológicos, relacionales y sociales—, no solo por la píldora.
Incluso en el estudio donde un 15% reportó menor deseo, la mayoría (85%) no percibió cambios o incluso reportó aumento. Investigadores creen que el alivio psicológico de no preocuparse por un embarazo podría explicar el incremento en algunas mujeres.
La educadora en salud sexual Tanaya Narendra, de India, explicó que aunque la baja libido es un efecto conocido, no se ha probado de forma universal: “aún no se ha establecido una conexión universal”.
Además, las versiones actuales de la píldora son distintas a las originales. “Al inicio, las hormonas se medían en miligramos; hoy son microgramos. Ha habido una gran reducción y un cambio en la producción”, dijo.
Actualmente, existen diferentes combinaciones hormonales adaptadas a necesidades específicas —acné, endometriosis, periodos irregulares, anticoncepción—, lo que dificulta extraer conclusiones generales sobre su efecto en el deseo sexual.
Narendra cree que el efecto en la libido debe tomarse en serio, pero que también hay una narrativa más amplia impulsada por voces conservadoras que buscan restringir la autonomía reproductiva de las mujeres.
En internet, cada vez más personas preguntan si la píldora afecta la libido. “Los medios conservadores que minimizan la autonomía femenina […] han llevado a la gente a creer que tendría efectos negativos”, dijo.
Para ella, el mayor problema no está en la píldora en sí, sino en el silencio y el estigma en torno a la salud femenina y al uso de anticonceptivos.
“Las mujeres no han sido educadas para entender sus cuerpos sin juicios ni vergüenza. Esa falta de conciencia ha dejado espacio a la confusión, la desinformación y el miedo”, concluyó.
*Algunas entrevistadas pidieron anonimato o el uso de seudónimos.
Escrita y editada por Zulfikar Abbany. Traducida al español por BioBioChile
FUENTE: BIOBIO CHILE