El uso de medios de pago digitales ya es parte del día a día: más del 80% de las transacciones presenciales se realizan con tarjetas y tecnologías sin contacto, mientras que el comercio electrónico alcanzó los US$11.500 millones en 2024.
En ciudades como Santiago, Valparaíso y Concepción, las formas de pago online son clave para el comercio: basta un celular para pagar el café, recargar el saldo para el uso del bip, o dividir la cuenta en un restaurante. Todo este proceso ocurre de manera natural, rápida y segura. Pero basta con alejarse unos kilómetros de la capital para que el panorama cambie radicalmente.
En localidades rurales y comunas intermedias, el efectivo sigue siendo el rey, por una cuestión de costumbre. Chile tiene un 95% de conectividad de red de internet, la infraestructura de redes llega a prácticamente todo el país con un alto estándar de calidad, los sistemas online de pago digitales son seguros, confiables y con la menor fricción posible para los clientes, y cada vez más personas están bancarizadas gracias a los esfuerzos de la banca y otras instituciones financieras. Sin embargo, persiste un grado de desconfianza en los pagos digitales. Para las personas de mayor edad, un billete que se puede tocar y sentir sigue dando más seguridad que una transacción invisible desde un celular o una tarjeta.
Entonces, ¿es realmente probable que el efectivo desaparezca antes de 2030?
En este contexto, la brecha es evidente, y el gran desafío es garantizar que la transición hacia los pagos digitales sea verdaderamente inclusiva. Adoptar pagos digitales significa más seguridad, mejor control de las finanzas y mayor comodidad para todos. Facilitan el registro de cada gasto y evitar los peligros de manejar efectivo en grandes montos.
La tecnología por sí sola no es suficiente. Debe haber una preocupación activa de las empresas, asociaciones y organismos estatales para seguir fomentando la inclusión financiera, para que más comercios, pymes y usuarios en todo Chile accedan a soluciones de pago digital, superen barreras tecnológicas y conozcan sus beneficios. El objetivo es que pierdan el miedo a lo digital y comprendan cómo la adopción de pagos electrónicos.
La meta no es solo modernizar la manera de cobrar, sino también mejorar la experiencia de compra y abrir nuevas oportunidades de negocio que antes parecían impensables para un pequeño local en cualquier barrio del país. Todo esto acompañado de un firme compromiso con la seguridad en cada transacción.
La autenticación EMV, validación biométrica, monitoreo antifraude en tiempo real son solo algunas de las medidas que hoy se alinean con la nueva Ley Marco de Ciberseguridad y con las exigencias del Banco Central. Porque si queremos que las personas confíen, esa confianza debe construirse con hechos y reglas claras, no solo con promesas.
¿Será posible que Chile deje atrás el efectivo antes de 2030? Tal vez. Pero si ocurre, será gracias a algo mucho más profundo: un cambio cultural en la forma de pagar, donde realizar una transacción sin efectivo no sea un privilegio de las ciudades grandes, sino una opción real para todos, desde Visviri hasta Puerto Toro.
Por Jose Luis Portilla, VP Finance & Latam Controller de Evertec.