El mandatario no solo ha cambiado las reglas del comercio mundial con los aranceles, sino que ha presionado intensamente a la Fed e intervino a la Oficina de Estadísticas Laborales.
El comportamiento del presidente de los EE.UU., Donald Trump, en contra de algunas instituciones económicas relevantes en ese país está siendo agudamente observado.
Es que en sus cortos seis meses en el poder el mandatario ha abierto al menos tres frentes especialmente cuestionados: los aranceles, la presión sobre la Reserva Federal (FED) y el despido de la responsable de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés), tras cifras de empleo que no le gustaron.
Cada uno de estos frentes le han valido duras críticas. Esto, considerando que se trata de instituciones que no habían sido cuestionadas por otros presidentes, aunque no coincidieran con lo que ellos pensaban. Trump ha actuado de manera “peligrosa”, estiman algunos.
Los aranceles
Los aranceles no han mermado la economía estadounidense como muchos lo pensaron en un inicio. Pero tampoco servirían para concretar las grandes promesas que Trump hizo cuando performáticamente los anunció el 2 de abril, el “Día de la Liberación”.
Es que el magnate prometió que las tasas contribuirían con fuerza a reducir el déficit comercial y forzaría a las manufactureras a llevar de vuelta su producción a EE.UU.. No obstante, para muchos productores sigue siendo más barato y fácil mantenerse en el extranjero, dados los costos de la mano de obra del país norteamericano.
El economista de la Universidad de Tennessee y asesor económico de Trump en su primer Gobierno, Timothy Fitzgerald, señala al Wall Street Journal (WSJ) estar a favor de aranceles en algunos casos y que una tasa de un 15% aproximadamente podría impulsar a algunas industrias a volver.
Pero, señaló también, la incertidumbre está haciendo dudar a los inversionistas.
La inflación, en tanto, no se ha disparado. El número interanual de julio arrojó una alza en los precios de 2,7%, lo que estuvo por sobre el 2,4% de mayo. De todos modos, aún es temprano para las conclusiones, creen los expertos, que esperan con ansias la cifra de julio, que se publica el 12 de agosto.
Según el WSJ, muchas empresas estadounidenses están absorbiendo los costos adicionales de los aranceles porque están renuentes a perder clientes al aumentar sus precios.
“La magnitud de los aumentos no es especialmente grande en relación con las tasas arancelarias”, debido a que los importadores están soportando gran parte de la carga, dice al medio citado Alberto Cavallo, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard.
Los aranceles, en todo caso, han traído miles de millones en ingresos para el fisco estadounidense. El martes, de hecho, los datos mostraron que el déficit comercial se redujo en junio, llegando a su nivel más bajo desde septiembre de 2023. Aunque existen dudas acerca de si la tendencia será sostenida.
El conflicto con la FED
Si hay alguien que ha soportado estoico el carácter y los insultos de Trump es el presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell. El líder del Banco Central estadounidense no ha bajado los tipos de interés y los ha mantenido en el rango de 4,25%-4,50%, donde se han mantenido desde diciembre.
La decisión tiene furioso a Trump, quien no ha ocultado su molestia desde hace meses. “¡El despido de Powell no puede esperar!”, dijo Trump en abril, algo inédito considerando la autonomía que goza la Fed.
A mediados de julio, en tanto, el magnate trató a Powell de “testarudo idiota” y sugirió que la junta de la Fed debería “tomar control” de la instancia si no se bajaban las tasas.
Por momentos ambos le han bajado intensidad a los polémicos dichos de Trump. Lo cierto que el presidente quiere que las tasas caigan para que el gobierno pueda financiar el déficit con menores costos de endeudamiento y para estimular la economía, según la propia Casa Blanca.
La Fed, por su parte, se ha negado a bajar las tasas porque considera que la inflación, aún en 2,7% interanual, sigue muy por encima de su meta del 2% y que el mercado laboral permanece sólido.
El hostil comportamiento de Trump en la materia ha encendido las alarmas. “Las palabras que pronunció Trump son las que uno espera del jefe de una república bananera que está a punto de empezar a imprimir dinero para financiar los déficits fiscales”, dijo la exsecretaria del Tesoro y también expresidenta de la Fed, Janet Yellen, en The New Yorker, hace algunas semanas.
Mientras, otros analistas apuntan al peligro que las amenazas de Trump representan contra la independencia de la Fed. “La noción de que la independencia de la Fed está en riesgo… es un evento que conlleva riesgos muy significativos, no solo para el dólar, sino también para el sistema financiero global”, comentó por su parte Themistoklis Fiotakis, estratega senior de Barclays.
En general, los expertos han coincidido en calificar de riesgosas las acciones de Trump en relación a la independencia institucional de la Fed, la credibilidad económica de EE.UU., y el dólar como moneda de reserva global
Despido “peligroso”
El último evento que puso nerviosos a analistas, exautoridades y empresarios fue el despido de Erika McEntarfer, comisionada de las estadísticas laborales (BLS). El mandatario la sacó de su puesto el 1 de agosto, después del reporte de empleo que mostró solo 73.000 puestos en julio y fuertes revisiones a la baja de mayo y junio. Trump alegó -sin pruebas- que las cifras estaban “arregladas” para perjudicarlo.
“Bajo la ley, no gustarte los datos no es una razón válida para remover a la comisionada del BLS de su mandato de cuatro años”, advirtieron críticos del despido, según constató The Guardian.
La asociación “Friends of BLS”, que presiden los excomisionados de la BLS Erica Groshen, designada por Obama, y William Beach, designado por Trump durante su primer mandato, exigieron al Congreso que se investigue el despido de McEntarfer.
La decisión de Trump, señalaron, “carece de fundamento y socava la credibilidad de las estadísticas económicas federales”.
En The New York Times, Thomas L. Friedman calificó lo hecho por Trump como lo más “peligroso” que ha hecho el mandatario. Y aludió como lo segundo más “peligroso” que los funcionarios responsables de dirigir la economía “todos se sumaron al viaje”.
“En el futuro, ¿cuántos burócratas gubernamentales se atreverán a transmitir malas noticias cuando saben que sus jefes -personas como el secretario del Tesoro, Scott Bessent, el director del Consejo Económico Nacional, Kevin Hassett, el secretario de Trabajo, Chávez-DeRemer, y el representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer- no solo no los defenderán, sino que los ofrecerán como sacrificio a Trump para mantener sus empleos?”, se preguntó.
“¡Qué vergüenza para todos y cada uno de ellos, en especial para Bessent, ex gestor de fondos de cobertura, que sabe más y no intervino!”, exclamó también.
Por su parte, Stephen Collinson, analista de CNN sostuvo en esa plataforma que “la destitución de la comisionada de la Oficina de Estadísticas Laborales, Erika McEntarfer, junto con el intento simultáneo del presidente Donald Trump de destruir la independencia de la Reserva Federal, amenaza la reputación de la economía estadounidense como baluarte de estabilidad e integridad que han sustentado generaciones de prosperidad”.
“Dicha interferencia política podría reforzar el creciente poder de Trump. Pero podría ser contraproducente, erosionando la confianza de inversores, empresas y organizaciones que dependen de estadísticas precisas y veraces sobre la salud de la economía”, comentó también.
Fuente: Emol