En la comuna de Copiapó, la comunidad educativa de la Escuela Vicente Sepúlveda Rojo enfrenta una situación crítica que se arrastra desde hace años y que se agravó tras el reciente sismo de mayor intensidad registrado en la zona. Con instalaciones clausuradas, techos con asbestos, escaleras en riesgo de colapso y un comedor inhabilitado, padres, apoderados y docentes apuntan al Servicio Local de Educación Pública (SLEP) en la gestión de soluciones más efectivas.
En conversación con Nostálgica, la Presidenta del Centro General de Padres, Nadia Jara, relató con profunda preocupación los hechos vividos desde octubre del año anterior, cuando el establecimiento ya había sido parcialmente clausurado por el Servicio de Salud. Con el último informe de un ingeniero calculista, la escuela fue declarada oficialmente no habitable.
A pesar de las promesas de reparación durante las vacaciones de verano, la comunidad asegura que los compromisos no se han cumplido. Ante la imposibilidad de utilizar el edificio escolar, los estudiantes han sido reubicados en escuelas cercanas, pero el traslado ha implicado obstáculos logísticos y económicos que las familias no están en condiciones de asumir.
En cuanto al transporte ofrecido por el SLEP, el número de buses disponibles no alcanza a cubrir las necesidades básicas de los alumnos. La falta de comunicación oficial y respuestas concretas por parte de las autoridades ha generado un ambiente de frustración y tensión entre apoderados y directivos.
La precariedad en la infraestructura no es nueva, y los padres aseguran que muchos de los daños ya estaban presentes desde hace más de tres años, incluyendo la contaminación de techos con asbestos y salas invadidas por aves.
La comunidad manifiesta sentirse marginada por la demora persistente en las gestiones técnicas y administrativas. Ante la falta de garantías, han exigido que los estudiantes no retomen sus clases hasta que se asegure una solución concreta, incluyendo el transporte completo y la rehabilitación del establecimiento.
En una declaración que sintetiza el clamor colectivo, Nadia Jara afirma: “Nosotros tenemos las relaciones quebradas con SLEP, como Centro General de Padres, como escuela. Porque a nosotros no nos han hecho nada de lo que nos han prometido. Y la sensación que tenemos, y asumo lo que yo estoy diciendo, es que SLEP está sepultando la educación pública. Porque en todas partes, en todos los colegios tiene problemas.”
La comunidad escolar aguarda una respuesta inmediata. Más allá de las gestiones con autoridades parlamentarias, el mensaje es claro: sin condiciones dignas, no habrá retorno a clases. La dignidad y los derechos de los estudiantes están en juego.