Entregar mucho en una relación no es malo siempre que sea mutuo. En este sentido, “ser alguien que da ‘demasiado’ significa que tu configuración predeterminada es dar más de lo que es saludable, sostenible o recíproco”.
Así lo plantea el terapeuta estadounidense y doctor en psicología, Mark Travers, quien en una columna en Psychology Today explica que no se refiere a sólo entregar tiempo o ayuda, sino que a “energía emocional, presencia, preocupación, perdón e infinitas segundas oportunidades, a menudo a costa de tus propios límites”.
En esta línea, el especialista cita un estudio de 2014 donde se evaluó la importancia del esfuerzo en la realización romántica. En este, los especialistas “descubrieron que las percepciones de las personas de su propio esfuerzo y el de su pareja se correlacionaban directamente con su calidad marital, e incluso con su susceptibilidad al divorcio”.
Esto último quiere decir, que quienes dan mucho más que el otro en la relación, se sienten menos satisfechos. “Pero no siempre lo expresan”, explicó el profesional.
“El esfuerzo funciona en ambos sentidos. Y cuando eres la única persona que invierte en la relación, no solo te agota, sino que también desequilibra el equilibrio necesario para una relación sana”, comentó.
Pero, si crees estar atrapado en este tipo de dinámica en la relación, pero no estás seguro, Travers señala que hay dos señales muy claras:
1. Tienes resentimiento hacia tu pareja
De acuerdo al especialista, la ciencia ha demostrado que las personas tienden a sacrificarse más por sus parejas que sus amigos, incluso si no obtienen nada a cambio. El problema surge cuando estos esfuerzos son constantes y de un solo lado.
“Esto indica que el sacrificio en el amor no tiene que ser transaccional. Muchas personas hacen sacrificios, incluso si no se ofrece nada a cambio. Pero cuando estos esfuerzos son consistentemente unilaterales, o cuando pasan desapercibidos, el gasto emocional puede aumentar acumulativamente y luego transformar el amor en amargura”, indicó el profesional.Travers explicó que muchas personas entregan más que sus parejas en la relación, motivados por el amor, pero con la esperanza de que su esfuerzo sea correspondido y al no serlo, surge el rencor.
“Podrían pensar, ‘si te amo lo suficiente, quizás tú me ames igual’. Esta creencia los empuja a hacer todo lo posible para asegurar la felicidad de su pareja”. No obstante, muchas veces terminan sacrificando demasiado sin reciprocidad y ahí nace el resentimiento volviendo la relación insostenible, indicó.
“Ese tipo de dar generalmente proviene del miedo a ser abandonado, a no ser lo suficientemente bueno o a necesitar demostrar tu amor. Una de las mejores maneras de terminar ese ciclo es reducir la velocidad y controlar tus patrones de entrega”, añadió.
Ante esto, el especialista recomienda preguntarse:
– ¿Estoy dando porque realmente lo deseo, o porque espero que me acerque más a ellos?
– ¿Será el acto en sí mismo satisfactorio, o espero que me den algo a cambio?
“Obsérvate durante una semana y ve cómo te sientes antes y después de dar. Presta atención a si te sientes apreciado, agotado u olvidado. Este tipo de autorreflexión te basa en tus propios valores y necesidades, en lugar de en sus reacciones”, aconsejó.
2. Compensas en exceso
Según un estudio publicado este año en Behavioral Sciences, el miedo más frecuente en las relaciones de pareja es a no cumplir las expectativas de la pareja, seguido por perder la autonomía y hacerse daño o ser controlado.
“Estas ideas revelan una realidad más profunda detrás de muchos conflictos de relación: el miedo a no ser suficiente o perderse en el proceso de tratar de ser suficiente. Para quienes dan demasiado, este miedo no siempre se manifiesta como alejamiento. En cambio, con mayor frecuencia, se reduce a una sobrecompensación”, expresó.
Esta sobrecompensación se da cuando te esfuerzas más de lo que deberías, y sueles hacer cosas por tu pareja que no te ha pedido.
“Este patrón es impulsado por profundos temores de ser ‘no es suficiente’, o una carga. Estos a menudo se remontan a la creencia de que tu valor depende de lo que haces por los demás, en lugar de quién eres”, añadió.
Para darte cuenta de si es tu caso, pregúntate:
– ¿Estoy tratando de recuperar a esa persona? Si de repente, estás dando más porque se alejaron o se sienten distantes, detente. Estás reaccionando al miedo, no a la conexión.
– ¿Cambió algo? Si tu forma de dar comenzó con cuidado, pero ahora se siente ansiosa o desesperada, es tu señal para dar un paso atrás, no esforzarte más.
– ¿Seguiría haciendo esto si me sintiera seguro? Si la respuesta es no, no lo hagas. Dar para demostrar tu valía solo crea un desequilibrio. Espera, comunícate o redirige esa energía hacia ti mismo.
“Es necesario verificar tus motivos regularmente. El cambio hacia la verdadera seguridad de la relación comienza con la autoconciencia, un examen honesto de sus sentimientos y la decisión de cambiar el autosacrificio por el equilibrio”, finaliza el profesional.
Las consecuencias de dar demasiado
Por su parte, el psicólogo español Arturo Torres también reflexionó sobre este tema e indicó que darlo todo por una relación asimética, tiene un impacto psicológico no menor.
“Las personas que apuestan demasiado por una relación lo hacen en parte por tener un sistema de valores en el que el puro sacrificio es visto como algo bueno, dignificante. Desde esta perspectiva, las situaciones de aprovechamiento constante y de abuso de poder por parte de nuestra pareja no solo no nos advierten de que estamos en una relación tóxica, sino que dan más motivos para seguir sacrificándose por ella, a seguir poniendo a prueba esa capacidad de sacrificio sin ceder por las adversidades”, comentó.
En este sentido, esta “trampa” nos sumerge en un bucle emocional que puede tener un costo en nuestra salud, especialmente en la autoestima.
“En caso de asumir que una relación en la que a otra persona no pone de su parte no es una relación que nos convenga, tendríamos que afrontar otras muchas disonancias cognitivas, porque nuestra autoimagen habría quedado muy tocada: se demostraría que ese sacrificio por algo que ha formado parte de la propia identidad no ha tenido sentido y habría que construir una nueva visión de las cosas que permita sentirnos bien con nosotros mismos y con nuestras decisiones”, afirmó.
Por lo mismo, habla de la importancia de detectar cuando nuestras expectativas actúan como una cárcel para nuestra vida afectiva.
“A pesar de que las relaciones son cosa de más de una persona, la disonancia cognitiva hace que seamos nosotros mismos quienes nos boicoteemos, transformando el malestar producido por expectativas poco saludables en un motivo por el que seguir apostando por esa fuente de malestar”, manifestó.
FUENTE: BIOBIO CHILE